Momento en que el soldado Méndez Terán le dispara a David Vallenilla el 22 de junio de 2017
Todavía debe estar guardado en la memoria de miles de venezolanos el video en el que se ve a David Vallenilla caer al suelo y ser luego arrastrado por otro compañero manifestante que lo sube a una moto para tratar de salvarlo. El disparo de perdigones lo recibió a quemarropa directo al pecho, y su agresor, el sargento Arli Cleiwi Méndez Terán, lo apuntó directamente, sin titubear. Todos lo vimos. Repetida y dolorosamente.
Pero al parecer a la juez Kenia Carrillo Galvao, la titular del Tribunal 15 de Juicio del Área Metropolitana, esto no le parece suficiente prueba para dictar responsabilidad en el asesinato cometido el 22 de junio de 2017. Para esta magistrada no hay manera de probar su “responsabilidad penal”. Esta decisión es tan espantosa como el crimen mismo, es como si le volvieran a disparar a quemarropa no solo a David Vallenilla, a sus padres, a su familia, a sus amigos, sino a la sociedad entera que ve con horror cómo se desmorona lo poco que queda del sistema de justicia en el país.
El caso estuvo detenido por ocho meses y ahora se destraba para anunciar una decisión como esta. El asesino de David va a salir libre como si nunca hubiera empuñado aquella arma, como si injustificadamente no hubiera disparado sabiendo que lo iba a matar. ¿No es esta suficiente responsabilidad? Además del video, de lo que vio el mundo entero, ¿qué necesitaba la juez para condenarlo?
Esta ha sido la historia de los asesinatos de manifestantes venezolanos. Han sido años nefastos para la libertad y los jóvenes se han arriesgado para reclamar los derechos de todos. Precisamente por la impunidad con la que estos crímenes han pasado es que el gobierno chavista está siendo señalado en muchas instancias internacionales, incluyendo la Corte Penal Internacional. Aunque el fiscal general de Maduro insista, poco ha hecho su oficina para resolver estos casos y castigar a los culpables, y esta es una prueba más.
Ahora asegura que apelará la decisión en el caso de David Vallenilla, y es mejor que así lo haga, pues es un caso tan claro como el agua. No se puede ocultar ni tergiversar lo que todos vimos en su momento. Sin embargo, que no se olvide que el sargento hoy absuelto recibió órdenes superiores, y si de responsables se trata, también debería buscarse a ese nivel, pues los uniformados arremetieron salvajemente en contra de los manifestantes porque así les dijeron que lo hicieran.
¿Quiénes los armaron? ¿Quiénes los pusieron en frente de los muchachos que solo pedían libertad? Esa es una responsabilidad no solo penal, sino intelectual, que tarde o temprano será determinada y penalizada, porque son crímenes contra los derechos humanos.
Por eso la abogada del caso asegura que es importante insistir en la complementariedad de la justicia. Si el gobierno chavista no la asegura, tendrá que ser la Corte Penal Internacional la que aplique las sanciones debidas.
Es muy duro, pero no hay que desmayar. Sobre todo, a los padres de David, recuerden que estos crímenes no prescriben y que tarde o temprano los responsables pagarán.
Editorial de El Nacional