La buena noticia es que representantes de la Unión Europea (UE), residentes y no residentes en el país, se reunieron con Delcy Rodríguez, vicepresidenta de la República, para reiterarle su apoyo al «proceso de diálogo hacia unas elecciones justas, transparentes y competitivas para el 2024» y su disposición, además, de enviar una misión de la UE de observación de los comicios.
También respaldaron los embajadores y jefes de misión europeos los acuerdos firmados en Barbados el pasado mes de octubre para «la promoción de los derechos políticos y garantías electorales para todos». Unos acuerdos que luego de la ratificación de la inhabilitación de María Corina Machado anunciada ayer quedan en entredicho.
Se desconoce, casi siempre, qué sucede puertas adentro de esos encuentros. Cómo se dicen las cosas y cómo se responden. El recordatorio de los compromisos suscritos en Barbados es importante porque evidencia que el mundo democrático está pendiente de lo que ocurre en el país y si en verdad se avanza hacia la realización de esas elecciones «justas, transparentes y competitivas». Sobre todo luego de la reciente furia represiva del régimen tras el descubrimiento de «cinco conspiraciones» en 2023 que, cosa muy extraña, los voceros oficialistas guardaron in pectore hasta el pasado 15 de enero.
Lo no tan bueno -o lo muy preocupante, según se vea- es la arremetida del presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, el hermano de Delcy, contra lo que denominan «la casta de los apellidos». Es decir, una gente que estaría condenada de antemano por el linaje heredado. Inhabilitada de por vida por esa revolución que promete igualdad para todos los venezolanos.
Rodríguez es, además, el negociador oficial del régimen. Está obligado a hablar duro -lo que parece disfrutar- para alejar la idea de que pudiera estar entregando asuntos muy caros del «proceso bolivariano». También debe estar muy presionado en sus propias filas porque lo más relevante que puede mostrar de sus gestiones negociadoras es la imagen oscura de Alex Saab. El alivio de las sanciones, que es lo que puede oxigenar las vapuleadas arcas públicas, tiene como se sabe fecha de caducidad.
Rodríguez dijo tres o cuatro cosas a considerar: habrá elecciones -aún sin fecha- con o sin oposición, con o sin Acuerdo de Barbados, con o sin sanciones. Además, Maduro será el candidato -se desconoce cómo y cuándo se tomó tal decisión- y nunca lo será, a ninguna elección, María Corina Machado, la líder opositora que desata todos los temores del régimen y que Rodríguez ni siquiera puede disimular.
Elecciones sin oposición y sin acuerdos de Barbados y sin la candidata que arrasó en las primarias del 22 de octubre, no son elecciones. La opción con más garantías para el propio régimen y sus voceros es una elección guiada por lo que Rodríguez suscribió en Barbados, con la participación de la gente y la candidata que tiene la legitimidad para seguir negociando “el día después” y que ha reiterado que no se trata ni de venganza, ni de furia.
Patear la mesa donde se dialoga sólo significará más miseria, más exilio y más represión. Después de 25 años en el poder, esa receta es un fracaso histórico monumental. La historia los condenará.
Editorial de El Nacional