¿Después de haber traicionado a la oposición de la manera más abierta se iba a quedar sin puesto? Eso era impensable. Poco les importa a los del CNE rojito hacer el ridículo para enderezar un entuerto que les hubiera salido bien caro.
Lo que ha quedado clarísimo es que en el remedo de organismo electoral no tienen escrúpulos. Igual cambian en segundos el centro de votación del mandamás para donde más le convenga, que arreglan la lista de los aspirantes a escala nacional o regional.
Por eso es que no podía quedarse Luis sin su cambur. ¿Que no recibió votos para adjudicarse una victoria por el estado en el que estaba inscrito? ¡No importa! ¿Que no aparecía en la lista de aspirantes nacionales por la que dicen ahora que obtuvo los sufragios? Es lo de menos.
Ha probado durante todo este año estar al servicio de la cúpula rojita. Ha probado ser un hueso duro de roer, porque a pesar de ser señalado como traidor, a pesar de que se le ven las costuras, no disimula ni le importa el qué dirán, ni aquí en el país ni afuera cuando se da sus viajecitos.
Piel de cocodrilo demostró tener cuando por las redes circuló hasta el cansancio el videíto en el que se le veía contando un fajo de euros cuando estaba de compras por Europa. Si aquella vez ni se inmutó en responder o dar explicaciones, ahora que cae en paracaídas en la asamblea rojita menos. Ya un salto mortal pegó cuando asumió la presidencia del Parlamento para destronar al presidente interino.
Así que allí está, para seguir cobrando en divisas y ser parte de la farsa de asamblea que montaron los rojitos en donde ahora se supone que son mayoría los del régimen y Luis hará como que se opone. O quizás ya el acto de ser opositor acabó y sencillamente avalará sin tapujos todo lo que invente el mandante para seguir raspando la olla.
Todo esto de la asamblea rojita es un mal chiste. Algunos dan risa, como los que se aventuraron a quitarle las tarjetas a los partidos políticos de oposición y a pesar de ello ni siquiera figuran en los porcentajes. O como este diputado paracaidista, que evidentemente está cobrando una factura.
En este caso, se puede decir de todo del régimen, menos que sea mala paga. ¿O será que es mucho lo que sabe Luis?
Editorial de El Nacional