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Una caja fuerte y la preocupación por resguardar las pruebas

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Una caja fuerte y la preocupación por resguardar las pruebas

Se la había transmitido a otro fiscal, horas antes de su muerte.
“No estoy loco. Estoy convencido del valor de las pruebas de mi denuncia”, comentó el jueves a la noche por teléfono el fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, a un colega.

 

La respuesta era a una pregunta en broma que le había hecho su colegasobre si se había vuelto loco al decidir pedir la indagatoria de la presidenta Cristina Kirchner. Al igual que se había mostrado unas horas antes  en el programa de TN, Nisman no parecía una persona conmocionada, en el estado previo que generalmente tienen los suicidas.

 

Las fuentes judiciales que contaron esta escena a Clarín, además, trasmitieron una primera interpretación de sectores de los tribunales de Comodoro Py en el sentido de que la escena de la muerte“parece un traje a medida” para mostrar un suicidio pero que, por ahora, no convenció al juez Manuel De Campos.

 

Es más, en esa misma conversación, Nisman aceptó una oferta de su colega de una caja de seguridad de tribunales –fuera de su oficina de la Unidad AMIA– para guardar los 330 CD con escuchas del dirigente de la colectividad iraní Jorge Khalil y otros documentos en que se basa su acusación de encubrimiento a favor de los cinco sospechosos iraníes de ser los autores intelectuales del atentado de 1994. Es que en la historia judicial argentina, muchas pruebas se «pierden» o termina destruidas por misteriosos incendios o inundaciones.

 

En Tribunales, se explicó que ahora es responsabilidad de la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, nombrar el reemplazante de Nisman y preservar la prueba. “Esperamos que por respeto a la causa no se nombre a un fiscal de Justicia Legítima”, señalaron las fuentes.

 

La muerte de Nisman no es la primera en los recientes escándalos judiciales de la Argentina. La causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia dejó un sospechoso “suicidado”, el capitán Jorge Estrada, uno de los traficantes involucrados en la maniobra por la cual fue condenado Carlos Menem, y una misteriosa muerte «accidental” de Lourdes Di Natale, ex secretaria de Emir Yoma y testigo clave. En el caso IBM-Nación, también en la época de Menem, apareció misteriosamente ahorcado Marcelo Cattáneo, hermano de un funcionario. Estos casos llevaron a reforzar el programa de protección de testigos del Ministerio de Justicia.

 

En el caso de Nisman no es la muerte de un testigo, sino peor, es la desaparición de  un fiscal denunciante. Es cierto que Gils Carbó le había ofrecido reforzar su custodia por el preocupante escenario internacional creado tras la masacre de los humoristas franceses de la revista Charlie Hebdo. Pero también es cierto que estaba prácticamente solo frente a un Gobierno, desde el canciller Héctor Timerman, que lo trató de mentiroso para abajo y no paró de insultarlo. En una democracia estable, el Gobierno solo se habría defendido y Nisman, por más que no se compartiera el contenido de su denuncia, hubiera tenido el apoyo por lo menos técnico y humano de sus jefes.

 

Fuente: Clarin.com

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