Como era de suponer, y lo confirma una encuesta aún fresca, a la inmensa mayoría de los venezolanos (90%) le preocupa la situación actual del país, a un porcentaje también muy alto (79%) le da rabia que esa situación haya llegado adonde se encuentra ahora mismo y a una mayoría consistente (71%) pensar en el futuro del país, de su país, lo entristece. Sin embargo, el venezolano cuando valora su propia historia de vida se siente contento (78%) y en porcentajes similares ve su vida cercana al ideal o haber alcanzado las cosas importantes que se propuso.
Los datos corresponden a la encuesta Psicodata Venezuela: un retrato psicosocial, realizada por la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello entre el 8 de diciembre del año pasado y el 11 de enero de este año y presentada hace unos días, sobre la base de 1.500 encuestados mayores de 18 años de edad en todos los estratos sociales y en todos los estados.
La conclusión del estudio acerca de las características psicológicas de los venezolanos, destacan los autores, es que el retrato es complejo y advierten elementos de apariencia contradictoria.
Además de la complejidad y las contradicciones, a las que nadie es inmune, pudiera interpretarse que el venezolano y la venezolana hacen el penoso tránsito por el ambiente hostil que se vive (los datos confirman la hostilidad) y aun así salen ilesos. También pudiera pensarse que siempre cuesta más la autoevaluación. Se es más indulgente consigo mismo.
El retrato psicosocial del venezolano aporta más datos relevantes. Algunos parecen obvios pero quizás no de tanta hondura, como ese de que 81% de los venezolanos no confía en la mayoría de las personas, reforzado por el hecho de que 67% recurre a la familia en busca de apoyo y apenas 9% lo hace en instituciones sociales, políticas, deportivas y religiosas. Sin embargo, el venezolano parece ávido de participar, de involucrarse: 59% tiene ganas de vincularse con actividades sociales y políticas. El porcentaje se dispara a 77% en el segmento, muy abultado, de los pobres.
Psicodata también indaga en el duelo, en la pérdida de seres queridos por muerte o por la masiva migración de venezolanos: 70% experimentó la muerte de algún familiar o amigo cercano en los últimos dos años, lo que ha deteriorado su salud (33%) o no ha sido capaz de retomar la cotidianidad (34%). Los porcentajes son más altos en las mujeres y en los mayores de 65 años. Y 75% echa en falta también a un familiar o varios o a un amigo o varios porque ya no están en el país, con su impacto también en la salud. Los venezolanos fuera de Venezuela se acercan a los 8 millones: un país repartido por el mundo.
La limitación para alcanzar logros, que los encuestados revelan, así como las dificultades para adaptarse, tienen su secuela psicológica y física: a más de la mitad le cuesta expresar lo que siente, la mitad admite que ha conseguido poco progreso en sus metas, y casi la mitad dice que para sobrevivir hay que adaptarse a lo que hay. Más de un tercio tira la toalla: no vale la pena seguir luchando porque son siempre los «vivos» los que ganan. Más de uno de cada cuatro hombres y una de cada tres mujeres no se siente bien físicamente y eso limita también su capacidad para alcanzar metas.
El venezolano parece rezar más de lo que lo hacía —74% los hombres, 84% las mujeres—, 42% piensa que lo que ocurre en su vida está muy determinado por la gente que tiene el poder y, otra inmensa mayoría, 82% se considera capaz de trabajar eficientemente con metas a largo plazo, a pesar del duelo, el malestar físico y psicológico y la desconfianza. ¿Pedirán un mensaje terrenal, aquí y ahora, en sus rezos?
Editorial de El Nacional
