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Un periodista cabal

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Un periodista cabal


 
 Cuando se escriba la historia de la lucha por la democracia y la libertad de expresión en esta era retrógrada chavista va a tener que dedicarse un capítulo especial a Argenis Martínez. No solo porque fue vicepresidente del periódico, sino porque, incluso cuando pasó a formar parte de la alta gerencia del diario en los últimos años, siempre fue parte activa de la redacción de El Nacional.

 

 

Sus paseos matutinos y vespertinos por los pasillos de la redacción de Puente Nuevo a Puerto Escondido no tuvieron pausa una vez que en 2007 el periódico se mudó al edificio de Los Cortijos con su moderna rotativa. Lo mismo se interesaba por las notas de Cultura que de Deportes. En la primera sección comenzó su carrera como reportero y su amor por las manifestaciones artísticas lo acompañó toda su vida, algo que compartió con María Teresa Castillo de Otero, la dama de la cultura venezolana.

 

 

Pero su agudeza y su olfato periodístico, su pluma certera y ácida hicieron de él un buen pupilo de Miguel Otero Silva. Martínez aprovechó su llegada a El Nacional en 1980 para compartir con el escritor todos los procesos que involucraba la elaboración del periódico que marcó pauta de libertad de expresión en el país desde sus inicios. Y una vez que llegó a esa redacción, en donde Ramón J. Velásquez lo nombró reportero especial, nunca la dejó.

 

 

Reportero e investigador las 24 horas. Incansable lector de la prensa internacional pero también de buena literatura. Jamás dejó de cultivar sus fuentes. Esto le permitía ayudar a enrumbar el trabajo periodístico de los reporteros del diario. Por su tutela pasaron los que ahora son grandes nombres, pues jamás trató con mezquindad la información que obtenía. Siempre pensaba en el bien de El Nacional y en la mejor manera para enriquecer la información que se les brindaba a los lectores.

 

 

Fue firme defensor de la calidad del periodismo y del periódico. Después de la muerte de Otero Silva, ayudó especialmente a cultivar los géneros editoriales y de opinión que son parte de la esencia de El Nacional. Ningún otro medio impreso venezolano mantuvo ni ha mantenido espacios como este editorial y lo que fue la famosa Mancheta, que dejó de imprimirse en 2018 cuando el periódico dejó de circular como consecuencia del estrangulamiento al que ha sido sometido por el gobierno chavista. Esto fue posible por su trabajo incansable.

 

 

La muerte de Argenis Martínez es una profunda pérdida para el periodismo venezolano, pero sobre todo para la familia de El Nacional, que lo reconoce como uno de sus maestros. Después de enfrentar años de presentaciones semanales ante el tribunal que llevaba la causa de la demanda de Diosdado Cabello contra el diario y su directiva, pudo salir del país, pero se fue con la ilusión de regresar para ayudar a armar la primera página del reinicio de la democracia en Venezuela. Su anhelo no se vio satisfecho, pero El Nacional sigue en pie, como él siempre quiso.

 

 

La gran pluma de Argenis Martínez siempre estará asociada a la libertad, por eso su espíritu de luchador por la verdad desde hoy nos inspirará.

 

Editorial de El Nacional

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