La preocupación de los senadores estadounidenses Marco Rubio (republicano) y Bob Menéndez (demócrata) es genuina. A ellos hay que agradecerles sus gestiones de años para hacer visible el drama venezolano. Ahora llaman la atención sobre las intenciones del gobierno de Joe Biden de comprarle petróleo a Nicolás Maduro, a partir de la reunión del sábado en Caracas. Pero de esta conversación hay muchos cabos sueltos que obviamente no serán aclarados públicamente, seguro que por cuestiones de estrategia.
«El esfuerzo de la administración Biden por unificar al mundo entero contra un tirano asesino en Moscú es encomiable, pero no debe socavarse apoyando a un dictador bajo investigación por crímenes de lesa humanidad en Caracas», dijo Menéndez. “Me sorprende que esta administración complazca a los dictadores cuando podemos satisfacer nuestras propias necesidades, sin sangre en nuestras manos”, afirmó Rubio.
Ambos expresaron estas opiniones durante la interpelación que le hicieron en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado a la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, tercera de la diplomacia estadounidense, Victoria Nuland. Y de las palabras de la funcionaria quedó medianamente claro que el propósito de la reunión sorpresiva era muy variado. Primero, habló de revisar las condiciones de los connacionales que Maduro tiene presos, y los resultados de la gestión están a la vista, pues el martes en la noche fueron liberados dos.
Lo siguiente que mencionó Nuland a los senadores es que insisten en que Maduro vuelva a la mesa de negociaciones, y ya se sabe el anuncio que hizo el propio presidente chavista al respecto. Pero en este punto hay algo que preocupa a los senadores y que por lo menos causa una sorpresa desagradable.
El hecho es que las conversaciones no fueron anunciadas sino con posterioridad al gobierno reconocido por la administración Biden. A Rubio le pareció muy extraña esta situación, tanto que tuvo que preguntar si habían dejado de reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado. Nuland titubeó bastante y el senador la arrinconó. “Reconocemos su liderazgo en Venezuela, sí”, dijo la funcionaria y después aseguró sin pestañear que la visita se había coordinado con el gobierno interino, pero se sabe que no fue así.
¿Cómo queda Guaidó en todo este movimiento? Es obvio que tiene que ser tomado en cuenta porque de lo contrario no hay negociaciones en México. ¿Está suavizando el gobierno de Biden sus posiciones para conseguir algo de Maduro?
El asunto petrolero tiene más que ver con ayudar a Chevron a fin de que pueda poner en el mercado más barriles de los que saca ahora, para ver si contribuyen a bajar el precio que ya va volando alto. Ni siquiera se puede pensar que Pdvsa vuelva a convertirse en proveedor seguro de Estados Unidos, porque cualquier experto de medio pelo sabe que eso es imposible en el corto y mediano plazo.
Así que los escenarios que se derivan de esta reunión relámpago siguen siendo un misterio, pero pareciera que están en el terreno del pragmatismo. Por lo menos le ha servido a Maduro para tener coraje y pedirle a Putin que descongele fondos. ¿Dejó de confiar ciegamente en su amigo ruso? Algo le movieron al presidente chavista que por un momento se olvidó del discurso de la “pobre Rusia”.
Amanecerá y veremos. Tal parece que de repente en Miraflores comenzaron a jugar en el tablero de ajedrez mundial.
Editorial de El Nacional