La vida nos confronta a diferentes realidades inevitables. En vez de dispersar nuestraenergía intentando dominarlas, mejor es aprender a aceptarlas para vivirlas lo mejor posible.
¿Por qué sufrimos?
Una entrevista que no termina en un contrato laboral, un ascenso que no llega… Tener la sensación de no poder dominar controlar la vida nos causa muchísima ansiedad, sobre todo en nuestra cultura en donde a dimensión sagrada de la vida se ha visto difuminada en beneficio exclusivo de su concepción material.
De esta forma, el malestar es doble: al desasosiego que nos embarga cuando nuestros planes se ven contrariados se le añade el de sentirnos solos en un mundo tan materialista.
¿Cómo aceptarlo?
Puedes aceptarlo preguntándote si el elemento perturbador es debido a un acontecimiento totalmente externo, o si es el resultado de actos y de elecciones que no han sido tan justos y juiciosos como hubieran tenido que ser. Este autobalance te permite volver a convertirte en la protagonista de tu vida y afrontar mejor tu futuro.
Otra pista que se puede explorar: sondear las carencias. Nuestros proyectos han sido contrariados, y esto nos ha privado de la satisfacción de su realización. Pero, ¿de qué tipo de carencias sufrimos? ¿Qué satisfacción esperábamos exactamente? ¿Reconocimiento social, consolidación afectiva, mejora material?
Identificando nuestra espera decepcionada podemos reflexionar sobre otras formas de satisfacerla. Este examen de nuestros actos, de los acontecimientos y de las oportunidades nos abre a una dimensión más sensible y más intuitiva de la existencia. Y nos permite tomar en consideración los mensajes, las felices coincidencias que nos van a ayudar a realizar las mejores elecciones para nosotras mismas.
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