Sí, es el mismo. El fiscal de la Corte Penal Internacional, el que vino a Venezuela y abrió una investigación al gobierno de Nicolás Maduro por crímenes contra los derechos humanos, viajó a Ucrania. No le teme a las bombas ni a los cohetes de Vladimir Putin, le importa cumplir con su trabajo, porque sin justicia no hay paz.
En las manos de Khan está que Putin y su Alto Mando Militar paguen por las aberraciones que están cometiendo cada minuto en contra de una población civil desarmada e inocente. La mejor manera de sustanciar ese expediente es in situ, pues lo que muestran las redes sociales y los medios de comunicación es devastador y a veces increíble. Amplias zonas residenciales bajo bombardeo, pueblos completamente destruidos, hospitales en el piso, enfermos y médicos secuestrados por los militares rusos, corredor humanitario bajo ataque, 3 millones de desplazados…
Ante una situación que mantiene en vilo al mundo el fiscal de la CPI no se sentó a ver lo que sucedía desde su escritorio. Fue a constatar con sus propios ojos el ataque despiadado y sin justificación a la población ucraniana, que huye aterrorizada. Es una realidad tan triste que desde el Kremlin se empeñan en decir que todas las imágenes que circulan son falsas, que son montajes, que los ataques a los hospitales no han ocurrido, pero la monstruosidad de sus actos no la pueden ocultar por más que lo intenten.
Los delitos de guerra, matar a inocentes, bombardear poblados, están tipificados en el derecho penal internacional y por ello pagarán los responsables. Con su visita, el fiscal podrá comprobar cómo el ejército ruso usa su superioridad sin remilgos y sin compasión. Y que sepan todos y cada uno de estos soldados, ostenten el rango que sea, que sus crímenes serán juzgados y sentenciados en cualquier momento, pues estos delitos en contra de los derechos humanos no prescriben.
Desde que se atrevió a venir a Venezuela se sabe que Khan tiene muy claro cuál es su trabajo y en aquella ocasión expresó su intención de asistir para impartir justicia en nuestro caso. Esta vez fue a ver en vivo y en directo los crímenes de uno de los amigos del gobierno chavista, al que apoya sin condiciones y trata de justificar. No hace mucho, la ministra de Educación Superior, Tibisay Lucena, se burló con cinismo y maldad de las fotos de una mujer ucraniana embarazada que murió en una camilla. Esa es la calaña de la gente que gobierna Venezuela y no pueden ocultar sus coincidencias con Putin.
Se dijo antes, sin justicia no hay paz. Van tres semanas de la guerra que Putin le declaró a los inocentes de Ucrania, y así como su presidente, Volodimir Zelenski, confesó que ya no podrá ser el mismo luego de saber la muerte de cientos de niños, el mundo no será el mismo después de este ataque horrendo. No se sabe cómo terminará esto, pero le pedimos al fiscal justicia para los ucranianos y para los venezolanos.
Por los momentos, como un hombre apegado a la ley internacional, Karim Khan anunció ayer que también hablará con la parte rusa.
Los hechos están a la vista de todos y por el bien de la humanidad hay que confiar en que se hará justicia.
Editorial de El Nacional