Más de uno debió pensar que la falta de experiencia política de Pedro Castillo no iba a incidir en su desempeño como presidente de Perú, pues se suponía que tenía tras de sí un partido de corte marxista que le iba a acompañar y guiar. Pero resulta que el pintoresco mandatario incluso antes de cumplir el año en el cargo ya renunció a la organización y tiene además en su contra una gruesa acusación sobre corrupción, además de una popularidad por el suelo.
Obviamente los peruanos se dieron cuenta en meses de que por ser un simple maestro que gusta de usar sombrero típico no está a salvo de la corrupción y la ineficiencia política, y por eso la última encuesta asegura que tiene un rechazo de 74%, cuatro puntos más que en junio, es decir, la disconformidad va en aumento sostenido. También los peruanos lo evalúan muy mal en cuanto a las reformas y las promesas políticas que hizo durante su campaña.
Nada concreto ha logrado en cuanto a la tan necesitada lucha contra la pobreza, tampoco en lo que respecta al manejo de la inflación y mucho menos lo que tiene que ver con la lucha anticorrupción. Esto último incluso lo implica a él directamente. Ya compareció ante la Fiscalía para responder más de 100 preguntas sobre su relación con empresarios que habrían pagado para obtener un contrato millonario para construir un puente; se le acusa de supuestamente haberse prestado para el tráfico de influencias y de haber favorecido a familiares en puestos clave.
Todo eso está por probarse, pero nada podría hacerse pues el presidente Castillo goza de inmunidad. Sin embargo, la percepción de los electores es libre y hay analistas que apuntan a que el mandatario debería ya estar pensando en convocar elecciones generales muy adelantadas.
Hace poco, hizo pública su renuncia al partido que lo llevó al poder, Perú Libre. Para la organización debió ser un alivio pues ya venían advirtiendo que ninguno de los planes y políticas que pretendía desarrollar Castillo tenían nada que ver con lo que propusieron en campaña, y sobre todo, que se aleja mucho del marxismo. Lo acusan de imponer políticas neoliberales que más bien atentan contra el bienestar general. Es decir, aquello que tanto asustó a toda Latinoamérica de un mandatario peruano entregado a las fauces del Foro de Sao Paulo no se dio, para consuelo de muchos. Pero la ineficiencia, los nombramientos de personas sin preparación en cargos importantes y la falta de acciones efectivas para enfrentar los problemas han hecho de este año una catástrofe.
Falta poco más de una semana para celebrar su primer aniversario, y seguramente hará algo para conmemorar la fecha, pero tendrá que ser muy efectivo para poder levantarse del fondo de la popularidad.
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Editorial de El Nacional –
AFP