A los dos años de la invasión rusa, los ucranianos siguen decididos a luchar. Un reporte de The New York Times desde la ciudad de Járkov, ubicada a solo 40 kilómetros de la frontera con el país agresor, que ha sido atacada con artillería, drones y misiles, es un claro ejemplo de la resistencia: muchos de sus habitantes huyeron al principio de la guerra, pero ahora han regresado y reanimado la ciudad, a pesar de las privaciones y ataques sin cesar.
Una reciente encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev refleja que 90% de los ucranianos sigue confiando en la victoria. Pero debe continuar el apoyo occidental porque escasean las armas y las municiones y el suministro estadounidense está en duda. Aunque la ayuda a Ucrania ha sido voluminosa, ha mermado en los últimos meses. Las disputas políticas en el Congreso de Estados Unidos retienen un aporte adicional estimado en 60.000 millones de dólares.
Rusia controla 18% del territorio ucraniano, incluyendo la península de Crimea, menos que en el apogeo de la invasión pero más que en las avanzadas iniciales. Las bajas han sido cuantiosas en uno y otro lado: más de 200.000 soldados ucranianos han muerto o han resultado heridos y hay más de 10 millones de refugiados y desplazados, 20% de la población del país; en el bando ruso, las muertes se calculan en 60.000. Pero la victoria -si se puede llamar así después de tanta destrucción- aún es esquiva para ambos contendores. Y ninguno está dispuesto a rendirse.
Rajan Menon, director del programa de estrategia de Defense Priorities, centro de pensamiento sobre la política exterior de Estados Unidos, en un ensayo para el Times sostiene que Putin ya perdió, porque: si el objetivo era mantener a Ucrania dentro de la órbita rusa, el efecto ha sido contrario; el rechazo a la invasión ha logrado casi la unanimidad entre los países de la Unión Europea, con la excepción del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, además de que el proceso de incorporación de Ucrania ya está en curso; y en cuanto a la OTAN, otras dos naciones europeas -Finlandia y Noruega- han solicitado su adhesión. Ninguno de esos efectos estaba en los propósitos de Putin al lanzar la invasión.
¿Cuál puede ser el curso de la guerra en los próximos meses? ¿Se está cerca de un acuerdo negociado para detener el conflicto? Una nota de la BBC refiere una consulta entre decenas de expertos realizada por la red en seguridad global Globasec y el escenario más probable es una guerra de desgaste que se prolongaría más allá de 2025, con muchas bajas en uno y otro lado y con Ucrania reclamando apoyo del mundo occidental.
Hay otros escenarios, claro está, porque todo es incierto. La escalada de conflictos en otras partes del mundo, con Rusia moviendo sus tentáculos para avivarlos; que Putin ataque algún país miembro de la OTAN, como han advertido algunas naciones europeas; o que Ucrania se avenga a un acuerdo negociado ante la mengua del apoyo foráneo. Putin juega con la ventaja de su poder autocrático, a diferencia del mundo occidental sujeto a los acuerdos y desacuerdos de las fuerzas políticas en democracias.
Editorial de El Nacional