Tsunami Milei

«Bolsillos vacíos y el miedo a morir o a ver morir a familiares y amigos es una mezcla necesariamente peligrosa para cualquier estirpe política», así dibuja el clima social argentino el reconocido comentarista político Joaquín Morales Solá en el diario La Nación de Buenos Aires, para explicar la contundente votación de Javier Milei (La Libertad Avanza) en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este domingo.

 

 

Recuerda Morales Solá que se votó en un territorio geográfico con una inflación entre 120-140% anual, con la mitad de la población bajo la línea de la pobreza y el desamparo frente a los gatillos de la delincuencia.

 

 

Las primarias que encumbraron al excéntrico y sorprendente Milei hundieron a la clase política tradicional. El kirchnerismo, ahora identificado como Unión por la Patria, apenas fue tercero, ligeramente por detrás de Juntos por el Cambio, el otro derrotado de la jornada electoral, lejos del 40% de respaldo que cosechó en los últimos procesos electorales.

 

El líder libertario, cuyo impacto estuvo lejos de ser percibido por las encuestas, sumó uno de cada tres sufragios y fue con diferencia el más votado.  El 31% del padrón electoral no participó en las PASO, la más alta abstención desde el regreso de la democracia en 1983. Un dato que evidencia aún más tanto el arraigado desinterés como el hartazgo hacia una dirigencia demasiado entretenida en sus propios conflictos, según Morales Solá.

 

 

Las PASO definen a los candidatos que competirán por la presidencia el próximo 22 de octubre, la misma fecha prevista para las primarias de la oposición venezolana. Si se repiten los resultados del domingo, Milei y Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) disputarían una segunda vuelta para saber quién despachará desde la Casa Rosada por los próximos cuatro años a partir del 10 de diciembre, cuando Alberto Fernández, con más pena que gloria, entregará el poder.

 

 

Precisamente, el 22 de octubre Milei cumplirá 53 años, así que lo mejor que puede hacer de aquí a allá es administrar la euforia y no abrir el regalo antes de la victoria decisiva. Sus perros –Conan, Murray, Milton, Robert y Lucas– le ayudan a la contención, dice él, lo que no le impide  soltar exabruptos e  insultar a adversarios y periodistas, parte de un coctel político que guarda similitudes con Donald Trump y Jair Bolsonaro, también con el chileno José Antonio Kast y el atribulado Vox español.

 

 

Nacido en el barrio porteño de Palermo,  exportero del club de fútbol Chacarita Juniors, economista y docente, Milei no está casado ni tiene descendencia –llama “hijitos” a sus cinco canes– y reconoce como su jefe político a su hermana Karina. Su mensaje simple y directo de rechazo a la “casta política” caló por igual en jóvenes de clase media y alta y de los sectores marginales del conurbano de Buenos Aires.

 

 

“Yo soy el partido libertario”, anunció hace más de un año en el episodio uno de su programa en línea Cátedra Libre, en el que responde preguntas, sobre todo de jóvenes que luego confiesan admiración por este hombre que condena el aborto, considera una blasfemia la justicia social, advierte que hay un mercado para la venta de órganos, dejará libre la compraventa de armas y dolarizará  la economía. “No soy un personaje, yo  soy así”, dijo un lustro atrás cuando comenzó su ascenso mediático con su pinta de viejo rockero.

 

 

Editorial de El Nacional

 

 

Javier Milei celebra el triunfo en las PASO junto a su hermana Karina

 

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