Pareciera un reality show, por lo ruidoso y todas las reacciones que ha levantado. Si para algo le ha servido a Donald Trump la investigación que le sigue el Departamento de Justicia es para que sus compañeros republicanos le expresen su apoyo. De seguro se ha sorprendido con algunos que han hablado a su favor.
Pero fueron sus propias acciones las que lo llevaron a este punto, y una maña que parece insólita en alguien de ese nivel, la de llevarse papeles clasificados a su residencia. ¿O no? Lo peligroso de esta costumbre es que puede llevarlo a la cárcel o incluso inhabilitarlo para aspirar otra vez a la presidencia, como desea.
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, incluso sus compañeros republicanos, la sospecha del Departamento de Justicia de que Trump solía almacenar en sus residencias privadas documentos importantes del gobierno no es nueva. En junio de 2018, siendo él ocupante de la Casa Blanca, dos grupos de vigilancia del gobierno alertaron sobre las fallas en el manejo de los archivos del para entonces presidente, particularmente llamaron la atención sobre la costumbre de destruir papeles, de acuerdo con lo que ha informado el periódico USA Today.
Con esa advertencia es lógico que haya quedado prendida una alarma y el Departamento de Justicia haya puesto más atención luego de que Trump dejó la Presidencia. El 18 de febrero de este año se confirmó que el exmandatario había retirado documentos clasificados de la Casa Blanca y el 7 de abril se anunció la investigación. Fue el 9 de agosto de este año cuando se retiraron de su residencia Mar-a-Lago en Florida 15 cajas de archivos presidenciales que, informa USA Today, incluían correspondencia con el líder norcoreano Kim Jong-un.
Lo más importante que hay que destacar, dado que es la queja que parece hacerse general entre todos los aliados de Trump, es que este procedimiento no fue hecho a espaldas del expresidente, sino que desde el primer momento fue notificado. Prueba de ello es que el secretario de Justicia, Merrick Garland, pidió que se hiciera pública la orden de allanamiento en la que se explica el motivo, inmediatamente el juez de la causa lo aprobó y el viernes fue publicada.
Trump fue notificado también antes de pedir la publicación de la orden de allanamiento y él dio su consentimiento. Para Garland esto es una confirmación de que también estaba enterado de que el FBI iba a revisar su casa mucho antes de que los 30 funcionarios llegaran a la residencia en Florida.
Parece que todo ha sido conforme lo dictan las leyes. Pero se trata de la investigación más agresiva que se le hace al presidente. No puede compararse ni con las alegaciones de haber interferido en los resultados electorales, ni con la valorización falsa de sus propiedades, ni siquiera con los sucesos de la toma del Capitolio del 6 de enero.
Especialistas opinan que este caso es bastante delicado y no tiene precedentes. Pero tantas investigaciones abiertas y tan seguido pareciera indicar una especie de “caza de brujas”, indican otros, sobre todo desde que se supo que quiere competir otra vez por la presidencia frente a un Joe Biden bastante débil en popularidad. Habrá que esperar los próximos capítulos de este escándalo para ver quién tiene la razón.
Editorial de El Nacional