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Tristeza o alegría

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Tristeza o alegría

 

La última noticia en el mundo rojo rojito es que el busto del comandante eterno que está en el Fuerte Tiuna llora lágrimas de aceite. No se sabe si la intención del rockero de la revolución era hacer creer que el difunto Chávez está triste o que está dispuesto a hacer milagros.
Quizás está llorando de felicidad viendo la torta que están poniendo sus herederos.

 

 

Desde que murió el presidente (aún no sabemos la fecha real) los ideólogos tratan de endilgarle a Chávez una especie de aura de santidad, de hacedor de milagros. Incluso hay quienes, inspirados en ciertas creencias cubanas, lo ponen en los altares, le prenden velas y hacen disparatados sacrificios. Y no olvidemos que se aparece en forma de pajarito.

 

 

El difunto no hace milagros ni nada que se le parezca, como no sea empeorar la situación del país, que en eso fue un genio cuando estaba en vida. Y se ocupó perfectamente de dejar en el poder a los que continuarían con ese legado. El asunto del busto fue tendencia en Twitter, pero sobre todo porque los usuarios de la red social se burlaron con mucha picardía de la supuesta noticia del milagro del comandante eterno.

 

 

Nada tiene de milagrosa la situación que vive Venezuela en la actualidad, y si en realidad quieren ver a alguien llorando, cambien el Fuerte Tiuna por la morgue de Bello Monte, para que vean llanto de verdad. Miles de venezolanos lloraron en 2015 por sus muertos, y no se cuentan solo los que fueron víctimas de la violencia, sino aquellos que no consiguieron a tiempo medicamentos necesarios para tratar sus males.

 

 

Lloran por dentro miles de madres que no consiguen alimento para sus bebés o las abuelitas que tienen que deambular por las farmacias buscando algo para sus achaques. Lloran los empresarios al cerrar sus negocios y los que quedan desempleados. Lloran a mares los profesionales que ven cómo el esfuerzo que hicieron para prepararse no les sirve para llevar comida a la mesa de sus familias. Llanto desgarrador de los jóvenes que no tienen vida ni futuro.

 

 

Y toda esta tragedia comenzó cuando el que malamente inspiró ese busto estaba vivo. El actual gobierno es, sencillamente, la continuidad del mismo régimen rojo rojito que nos ha tirado por el abismo.

 

 

No hace falta ser muy inteligente para saber que lo que intentó hacer el rockero fue distraer la atención. Y no faltará algún jalamecate que se ponga a llevar gente al fuerte para que le rindan pleitesía a la estatua. Pero nada de lo que inventen va a poder desviar la atención de las calamidades que sufren todos los días los venezolanos. La gente está muy clara en que es el gobierno el culpable de todos sus males.

 

 

Será imposible borrar el hecho de que el mismo pueblo decepcionado es el que les arrebata poco a poco el poder que han acumulado haciendo trampa. No servirá ni siquiera la carta de la justicia comprada para detener la debacle. Esa historia comenzó el 6 de diciembre. Quizás por eso llora el difunto.

 

Editorial de El Nacional

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