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Triángulo político

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Triángulo político

María de los Ángeles Duarte Pesantes fue ministra durante el gobierno de Rafael Correa

 

La fuga de María de los Ángeles Duarte, exministra de Transportes y Obras Públicas durante el gobierno de Rafael Correa condenada por corrupción, ha elevado la tensión diplomática entre Ecuador y Argentina. El régimen de Maduro es parte de la jugada.

 

 

La minicrisis comenzó en diciembre cuando el gobierno de Alberto Fernández le concedió asilo político a Duarte, sentenciada a ocho años de prisión por cohecho en un caso de sobreprecio de obra pública que reveló un expediente de financiamiento irregular del partido del expresidente Rafael Correa. Guillermo Lasso, el mandatario de Ecuador, transmitió su malestar a Fernández ausentándose de la reciente Cumbre de la Celac celebrada en Buenos Aires, en la que América Latina ratificó su «indisoluble unidad».

 

 

Duarte de repente apareció en Caracas. Había abandonado de manera sigilosa la Embajada de Argentina en Quito (el gobierno de Lasso le negó el salvoconducto para viajar), donde fue acogida por más de dos años y entró a territorio nacional sin que se sepa cómo, ni cuándo. El martes de esta semana acudió a la Embajada de Argentina en la capital venezolana para agradecer el apoyo de ese país ante la «persecución política» -así se llama a una sentencia judicial desfavorable- de que era víctima y averiguar acerca de los trámites consulares. Pero declaró que no tenía prisa en salir de Caracas.

 

 

Otro «perseguido» como ella, y por el mismo caso, siempre tiene las puertas abiertas en Miraflores: Rafael Correa, quien el fin de semana participó en diversos actos políticos en la ciudad junto a un cartel de película retro: Maduro, Ortega, Raúl Castro. El diario El Carabobeño dice que a Duarte le esperaba un piso franco en Caracas. ¿Habrá hecho los arreglos Correa?

 

 

La Embajada de Argentina en Quito tampoco sabe -o dice no saber- cuándo salió Duarte de la sede diplomática que ocupa tres hectáreas y tiene vigilancia privada. Tampoco quiso entregar videos de seguridad de las instalaciones para saber cómo se fugó Duarte. Es un territorio soberano. Aunque más soberano para unos que para otros. El episodio se saldó, por ahora, con la recíproca expulsión de embajadores en Quito y Buenos Aires.

 

 

«María Duarte, mujer patriota y honrada (…) tenía asilo político en Argentina, pero el miserable gobierno de Lasso jamás le dio el salvoconducto (…) Ya falta poco», tuiteó Correa, que no ve la hora de ponerle la mano al poder en su país y procura acelerar el desgaste de Lasso, en cuya estrategia se debe inscribir este episodio de la señora Duarte. ¿Por qué, si ya está cerca el regreso de Correa, cuál es la prisa en rescatar a Duarte de la descomunal mansión de la Embajada de Argentina en Quito?

 

 

Hace poco más de un mes todos los países de América Latina y el Caribe firmaron un documento para “promover la concertación, la unidad y el diálogo político”. Alberto Fernández, el anfitrión, lo puso rápido en ejecución.

 

 

Venezuela está involucrada de rebote en este triángulo: Maduro-Correa-Fernández (o será la señora Kirchner). Muy atrás quedó aquel papel corajudo cuando la Cancillería venezolana sacaba presos políticos de las cárceles de los países del Cono Sur y rompía relaciones con dictaduras. Ahora se reciben a condenados por los tribunales por birlar los dineros públicos.

 

Editorial de El Nacional

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