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Tres niños en una semana

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Tres niños en una semana



 
 
¿Qué tiene que ver la tragedia de los niños con insuficiencia renal con las conversaciones que comenzaron en México? ¿Por qué los padres y familiares de estos pequeños pacientes protestaron en frente de la embajada de ese país? Porque la situación es desesperante. Más que trágica, dantesca. Es un infierno para los representantes y una sentencia de muerte para los muchachos. Pero, sobre todo, porque saben que un “diálogo” centrado en objetivos políticos deja de lado lo que realmente importa: el derecho a la vida de estos y miles de venezolanos más.

 

 

Niurka Camacho, Winder Rangel y Jeannys Herrera (la última de apenas 9 años de edad) murieron porque no obtuvieron un trasplante a tiempo. Y eso sucedió porque hace años que el programa de procura de órganos está paralizado. La responsabilidad directa del fallecimiento de estos niños es del régimen. No se le puede dar más vueltas y es una realidad que no admite eufemismos ni edulcorantes.

 

 

En febrero de 2018 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos otorgó una medida cautelar a todos los pacientes del área de Nefrología del Hospital J. M. de los Ríos. La medida N° 1039-17 exige al gobierno de Nicolás Maduro las acciones necesarias para “garantizar la vida, integridad personal y salud de los niños y niñas pacientes” de este centro de salud. Esto incluye proporcionar el tratamiento médico y los procedimientos de salud que requieran. Por supuesto que ni respondieron a la exigencia del organismo internacional y las consecuencias son nefastas.

 

 

Estos casos no aparecen en el informe de la Corte Penal Internacional que tanto hace temblar al régimen, pero son igual de graves que los denunciados ante esta instancia. Tampoco figuran en la agenda del “diálogo” de México, y por eso desesperadamente los familiares de los niños alzan su voz. Sobre todo porque de lo poco que se ha sabido (así debe ser) figuran los mismos temas de siempre, todos necesarios por supuesto, como la liberación de los presos políticos y las condiciones democráticas para las elecciones. Sin embargo, nada se habla de cambio de gobierno, que es la mínima condición para que tragedias como las del hospital de niños no sigan sucediendo.

 

 

¿Les parece exagerado la relación directa que establecemos entre el cambio del régimen y la solución de los problemas de salud de cientos de niños de este hospital? Pues solo basta ver cómo se ha deteriorado este centro de salud que fuera escuela y ejemplo para muchos otros en América Latina. Y esta debacle sucedió en los últimos 20 años. Está más que comprobado que el chavismo no ha sido garante de la salud del venezolano, aunque es una de sus obligaciones, como gobierno que dice ser.

 

 

Por eso, el solo hecho de seguirle la corriente a los rojitos y llamar a lo de México “diálogo” (en eso es experto el jefe de la delegación) dice mucho. Es la razón por la que las madres de los niños nefrópatas manifiestan en frente de la embajada. Lo que se requiere es un cambio y una negociación que lleve a ello, no hay tiempo que perder. Nada de conversaciones estériles o superficiales. Estas familias necesitan un gobierno que responda y respete su derecho a la salud y a la vida.

 

 

Editorial de El Nacional

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