El curriculum de Héctor es sumamente interesante. Ha hecho mucho a lo largo de los años: vivió y trabajó en varios países, asesoró a múltiples empresas, colaboró con ONGs y fundó un start-up de Internet. Pero Héctor, que hoy tiene 50 años, también ha pasado largos períodos hospitalizado por los quiebres que ha sufrido.
Cuando tenía 18 años le ocurrió por primera vez. Fue una etapa muy estresante de su vida. Al terminar la escuela sentía una enorme presión sobre el camino a seguir, qué decidir para su futuro y cómo cumplir con las expectativas de sus padres, pero de pronto todo cambió, la vida le parecía grandiosa, tenía una necesidad incontenible de hacer cosas, estaba eufórico. Quiso convencer a un grupo de amigos de partir a Francia y comprar una casa. No pensó en cómo lo lograría a nivel económico, estaba lleno de entusiasmo. Atravesaba su primera manía.
El cuerpo emite demasiados neurotransmisores que producen una sensación de euforia, como la dopamina, y la persona se siente como si estuviera bajo el efecto de alguna droga: exultante, desinhibida, de buen humor, llena de energía. Incluso dormir parece ser innecesario. Pero esas personas conocen la otra cara de la moneda, que puede llevar a períodos largos de depresión, de miedos, a sentimientos de culpa, tendencias suicidas, incapacidad de tomar decisiones y un desgano absoluto. Los cambios radicales de ánimo son algo característico de este padecimiento.
Dependiendo del contexto y del grado de responsabilidad, quienes sufren bipolaridad pueden llegar a hacer tambalear toda una empresa o un banco, por ejemplo, tomando decisiones extremadamente osadas en la bolsa.
Hay especialistas que dirían que este tipo de trastornos suelen darse en personas sobreexigidas, que intentan satisfacer las expectativas de todos, que no han aprendido a poner límites y de repente se ven sobrepasadas por lo que pretendían otros y ellos mismos. Pero las causas de la bipolaridad son en gran medida desconocidas y el diagnóstico no es sencillo.
En algunos casos han pasado hasta diez años entre el primer episodio de depresión y el diagnóstico de la bipolaridad, con lo cual muchos afectados no son tratados del modo que necesitarían.
El padecimiento puede ser enorme, sobre todo si el diagnóstico y el tratamiento adecuado se hacen esperar. Sin medicamentos, es una enfermedad difícil de sobrellevar, y el estrés y las cargas de la vida cotidiana, en particular la falta de sueño, pasan a ser un riesgo importante.
Saber observarse e intentar lograr cierto control sobre uno mismo es fundamental a la hora de buscar algo de protección en esas etapas de cambio extremo. Además, es necesario saber que estos trastornos pueden ser muy corrosivos en la vida privada. Por eso lo principal es aprender a reconocer los alertas, detectar la enfermedad y tratarla de un modo adecuado.
Fuente: RioNegro