Todos los periódicos europeos, pero especialmente los británicos, dedican titulares importantes a la crisis política y económica que atraviesa el Reino Unido, pero por estos lados del planeta lo que se observa desde tan lejos es una nación que funciona con reglas claras y que confía en ellas para resolver las situaciones más difíciles con el menor trauma posible. Es el respeto al Estado de Derecho. Por eso, Rishi Sunak asumió como primer ministro y se prepara para resolver los problemas.
Lo que para muchos es un signo de inestabilidad, tres primeros ministros en dos meses, para otros puede ser una evidencia del respeto a la legalidad. Ya se ha explicado antes que los británicos no votan por una persona sino por el liderazgo de un partido para confiarle la conducción del país. Las políticas que llegó a implementar Liz Truss no ganaron el apoyo ni la confianza necesaria y se vio en la necesidad de darle paso a otro del mismo partido.Sunak fue el contendor de Truss al momento de su elección y pregonaba políticas diametralmente opuestas a las de ella, así que, después de rumores de que Boris Johnson volvería a la carga y su completa negativa a relanzarse (aprendan políticos venezolanos), el británico de ascendencia india salió favorecido con los votos de los tories. Y aunque les parezca insólito, lo primero que hizo en su discurso fue alabar el trabajo de su predecesora que en seis semanas puso a temblar al Reino Unido, pero no por eso le dirigió insultos ni habló mal de ella y sus intenciones.
Claro, Sunak es conocido en el mundo político como un hombre bien educado, de buen carácter, lo que llaman los ingleses “polite”. Otra de las características que se señala en los medios es que el nuevo primer ministro es millonario, quizás el más pudiente de los funcionarios que se ha instalado en el número 10 de Downing Street. También el primero representante de una minoría, el primero de piel oscura. Algunos se maravillaron del “momento Barack Obama” que vive el país, pero lo que realmente se propone Sunak es sacar al Reino Unido de la crisis económica, y si lo logra, pues habrá pasado a la historia no solo por estas características superficiales.
Ya Carlos III se reunió con él para pedirle que forme gobierno y en eso debe estar. Esta semana se reúne en el Parlamento. El joven primer ministro (tiene 42 años de edad) sabe que urge tomar las primeras medidas, pero también tiene conocimiento de que gobernará con su propio partido dividido y eso le costará trabajo repararlo. Pero dado el comportamiento en otras ocasiones, lo que se espera es que los tories entiendan que la prioridad es el país y no la política y las posiciones de poder, como muchos por aquí no parecen entender.
Ver el proceso británico, el desenvolvimiento durante una crisis económica que llevó a una política, podría ser de sumo provecho para quienes, por egoísmos e intereses, parece que tuvieran gríngolas y no pensaran sino en sí mismos. Hay que augurarle el mejor de los éxitos a Sunak, así como se hizo con su antecesora.
Editorial de El Nacional