Qué bonitos se veían esos tractores estacionados detrás del jefe del régimen y su vicepresidente para el desbarate de la economía. Nuevos, sin estrenar, de paquete, se podría decir.
No está claro si los van a regalar, si los van a repartir o a vender. Ni siquiera se sabe para qué son. El jefe del régimen aseguró que estaba listo el financiamiento de 650.000 petros para sembrar 100.000 hectáreas de cereales, eso que reparten en las cajas CLAP y que traen gracias a los guisos de países como México, Turquía, Brasil.
Si se multiplica esa cifra por el precio de cotización de la moneda inventada por el régimen, da un número astronómico que ni siquiera se puede leer. Pero eso a ellos no les importa porque al fin y al cabo el plan de siembra de invierno, como lo llaman, tampoco es verdad.
Los tractores necesitan gasolina o gasoil para arar la tierra. Se necesitan semillas y fertilizantes, pesticidas y ¡agua! ¿Eso se compra con petros? Pregúntenselo a los agricultores de Cojedes o Trujillo, los productores de Portuguesa o Barinas. Muchos se quejan por las redes sociales de que lo que anuncia el jefe del régimen y sus peones, perdón, gobernadores, es mentira.
No descubre el agua tibia el ex presidente colombiano y amigo de Venezuela Andrés Pastrana cuando afirma que la tragedia que vive este país es la peor de la humanidad, pues basta ver lo que comienza a suceder en poblaciones como Río Caribe, Cumanacoa y Ciudad Bolívar.
La gente se lanza a las calles porque no tiene qué comer. Y lo único que puede hacer es saquear los establecimientos. Pero en esas aglomeraciones el covid-19 debe hacer de las suyas.
El mundo no se imagina lo que es vivir esta pandemia como la viven los venezolanos. Los más afortunados tienen la ventaja de poder lavarse las manos con agua corriente al menos una vez a la semana.
Y mientras tanto, este régimen de cínicos, sociópatas y malvados sale por el canal Venezolana de Televisión haciendo propaganda con unos tractores que jamás se moverán, que son un parapeto, parte de un escenario.
Los venezolanos conocen de cerca la hambruna, esa que siempre predispone el sistema inmunológico a cualquier enfermedad. Han visto recrudecer la tuberculosis, reaparecer el sarampión, revivir la fiebre amarilla. Y el hambre con la insalubridad se juntan para parir algo esperpéntico.
Pero de acuerdo con lo que dice el malvado mayor, no hay que preocuparse porque todos vamos a comer gracias a la inversión en petros. Debe ser que cree que los venezolanos no se han dado cuenta de que los contenedores los usan para trancar puentes y autopistas porque ya no hay dinero ni siquiera para traerlos llenos de comida podrida.
Editorial de El Nacional
