El inventor de ‘Pac-Man’ opina que los videojuegos actuales se centran demasiado en la «perfección gráfica»
El creador del videojuego ‘Pac-Man’, Toru Iwatan. ALBERT GARCIA
Le gusta concebir los videojuegos como una expresión artística conceptual próxima a la obra de Dalí y Miró. Toro Iwatan (Tokio, 1955) es el creador de Pac-Man y considera que uno de los defectos de los videojuegos actuales es que buscan una perfección gráfica “prácticamente cinematográfica”. Cuando el diseñador nipón creó la que considera su obra maestra, en 1980, tuvo que poner imaginación a este aspecto. Ideó personajes que tenían que encajar en cuadrículas de 16×16 píxeles. “En Japón se valora la belleza de lo incompleto, buscar la perfección a veces hace que añadamos demasiados detalles”, reflexiona.
Iwatan considera que para tener éxito, más que ser impecables en lo que se refiere a la imagen, los videojuegos de los nuevos creadores tendrían que prestar más atención a la historia que cuentan. El hilo narrativo que él ideó contaba con un bueno —en España bautizado como comecocos— y varios malos: fantasmas que le impedían el paso por un laberinto lleno de comida.
Pac-Man continúa muy presente. Con 37 años de edad, el juego de arcade tiene aún protagonismo en la feria Barcelona Games World. Su creador, ahora profesor en la Universidad Politécnica de Tokio, es el ponente estrella de la feria y la sección RetroBarcelona, dedicada a juegos antiguos, celebra una competición del mítico videojuego.
El consejo de Iwatan a los jóvenes creadores de videojuegos es que “tienen que evitar estar todo el día en casa jugando”. El veterano diseñador que empezó su carrera en Namco en 1977 les recomienda “tener experiencias y aficiones lo más variadas posible para, sobre la base de esta experiencia” recoger ideas para “crear buenos videojuegos”. Todo ello en una era en la que han quedado atrás las máquinas de salón recreativo y han tomado protagonismo los móviles.
Ataviado con una corbata que reinterpreta la clásica pantalla de Pac-Man, Iwatan recuerda emocionado sus inicios, cuando decidió crear un producto simple tras el fracaso de un juego demasiado complejo llamado GeeBee. Poco se imaginaba que su nueva apuesta, Pac-Man, se convertiría en el producto por excelencia de las maquinitas. “Era la época de los recreativos. Anticipamos la llegada de juegos para PC pero no las consolas. Era inimaginable”, reflexiona.
“Los juegos no tienen por qué tener una gran firma detrás”
El profesor de nuevos talentos de la industria de los juegos electrónicos ha visto a lo largo de los años un sector que “ha cambiado radicalmente”. Comparte la idea de que ahora es más difícil destacar en un ecosistema agresivo con consolas, ordenadores, juegos en línea y para teléfonos y tabletas. “Ya no es lo que teníamos entonces, una sola persona jugando a un mismo juego”.
En España hay unas 500 empresas censadas en la industria de los videojuegos. Una de cada cuatro no factura según el libro blanco que elabora cada año la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos (DEV). “Obviamente no todos pueden tener éxito”, comenta Iwatan respecto a esta cifra. Pero ve la parte positiva del nuevo escenario: “Los juegos no tienen por qué tener una gran firma detrás. Con un teléfono inteligente prácticamente una sola persona puede desarrollar videojuegos y presentarlos al mundo”, a través de las tiendas virtuales de los principales distribuidores como Apple o Google.
La historia de éxito de Toru Iwatan empezó un día que estaba comiéndose una pizza. Cogió el primer trozo y visualizó la silueta de quien acabaría siendo Pac-Man, con muchos apodos distintos en varios puntos del planeta, como “rodaja de limón”, cuenta Iwatan, que no puede precisar exactamente dónde lo llamaron así. Su proyecto, presente en el libro Guinness por las máquinas vendidas en los años 80, contó con el soporte de una gran compañía en una época en la que el desarrollo indie era incipiente.
El País