Ya sean auténticos, algo exagerados o totalmente fingidos, los sonidos que emitimos cuando tenemos sexo son un auténtico potenciador de sensaciones, excitación y placer.
Tan es así que no sólo implican una respuesta de nuestro cuerpo a los estímulos de la pareja, si no también una conducta aprendida que nos puede ayudar a guiar a nuestro chico a lo que queremos o a echarle porras.
«Los gemidos son una expresión psicofísica del placer, aunque también pueden utilizarse para reforzar determinadas conductas, para guiar a la pareja», explicó el sexólogo y psicólogo Antoni Bolinches, autor del libro Sexo sabio, al diario español ABC.
«Cuando llegas a un nivel de placer tan intenso es natural que eso se traduzca en una explosión, igual que los tenistas necesitan chillar cuando pegan fuerte a la bola por el esfuerzo», abundó.
Una versión más científica, vertida por Barry Komisaru, neurocientífico estadounidense que observó en su laboratorio a más de 200 mujeres mientras experimentaban el clímax, indica que tanto los sonidos como las expresiones faciales están relacionadas con la respiración profunda a la que nos vemos obligadas por todos los fenómenos que experimenta el organismo.
Ambos especialistas coincidieron, según publicó el periódico, en que reprimir los gemidos durante el sexo puede inhibir completamente el placer… ¡así que no te limites!
Eso sí, tampoco te vayas al extremo de emitir gritos y expresiones dignas del equivalente al Óscar para las actrices porno, porque podrías generar un efecto contraproducente.
Para alertar a los hombres sobre esta costumbre de algunas de nuestras congéneres, ABC agregó una guía para que ellos nos descubran cuando fingimos un orgasmo, mediante señales físicas que nos ocurren cuando es real:
-La cabeza del clítoris se contrae
-Pupilas dilatadas
-La vagina presenta espasmos
-Hay rubor
-Sudoración repentina
IPP
Fuente: CEE