Aunque parezca un momento de plena felicidad, en lo que parece que todo está bien, por dentro no es tan así. Buscar la primera casa abre un nuevo mundo de sensaciones (y a veces terrores) que puedo describir con los siguientes pensamientos en la mente de él o de ella. ¡A ver si te identificas!
“Las casas nunca son iguales a las fotos de Internet… ¡nunca vamos a encontrar la correcta!”
“Mejor no miremos las casas que no podemos pagar, así no nos desilusionamos”.
«Tiene que ser perfecta para criar niños, ¡o al menos un perro!”
“Una vez que la compremos, ¡ya no hay marcha atrás!”
“Vamos a estar endeudados durante los próximos 20/30 años”.
“Mejor que no tenga cuarto de invitados, ¡así no se queda mi suegra!”
“¿Cómo nos arreglaremos para pagar la hipoteca y así seguir viviendo?”
“¿Por qué diablos no logro entender qué es el fideicomiso? ¿Algo está mal en mi cerebro?”
“Esto del compromiso se está haciendo real, ¿salgo corriendo o sigo adelante?”
“¡Oh, rayos! ¡Aceptaron nuestra propuesta!”
“Ni bien la tengamos quiero hacer una gran fiesta”.
“¡Qué nervios! ¡Ya quiero que llegue el día de la mudanza!”
“¡Al fin me voy de la casa de mis padres!”
“¿Voy a extrañar vivir con mamá?”
“¡Estoy tan feliz! ¡Y a la vez tan aterrada!”
“¡Me siento adulta!”
La compra de la primer casa en pareja es toda una aventura. No siempre las cosas salen tan bien como se desean, lo importante es que no pierdan la calma y recuerden que lo hacen por amor. ¡No vale pelear!
iMujer