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Timothée Chalamet reinventa un Willy Wonka edulcorado y lleno de magia

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Timothée Chalamet reinventa un Willy Wonka edulcorado y lleno de magia

En el imaginario infinito de Roald Dahl el personaje de Willy Wonka ocupa un lugar prominente, y esta vez le corresponde a Timothée Chalamet, una de las grandes estrellas juveniles de la pantalla, reinventar al más famoso fabricante de chocolate.

 

 

 

 

Su Wonka —título de la película que imagina los inicios del estrafalario personaje— conserva la magia y el atractivo del original, pero opta por ofrecer una visión menos siniestra y más edulcorada de él.

 

 

 

 

 

En una entrevista con EFE en Londres, Chalamet, de 27 años, confesó que una de sus razones para hacer la película era «esa mirada inteligente hacia un personaje que me es muy querido».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«Me habría sentido más blasfemo por intentar volver a contar la historia original que por contar una nueva historia de cómo fue él en su origen», explicó.

 

 

 

 

 

Wonka ofrece un festín visual con un reparto lleno de estrellas en el que el director Paul King (autor de las dos películas de Paddington) inventa el origen del mago y su odisea por cumplir su sueño de convertirse en fabricante del mejor chocolate del mundo.

 

 

 

 

 

 

Para ello se enfrentará a un cártel de chocolateros que casi parecen funcionar como narcotraficantes, además de policías corruptos y la diabólica dueña de una pensión (Olivia Colman) a quien vende su alma.

 

 

 

 

 

 

En las huellas de gigantes

 

Con este papel, Chalamet sigue las huellas de dos leyendas, Gene Wilder y Johnny Depp, que interpretaron a Wonka en sendas adaptaciones de Charlie y la fábrica de chocolate.

 

 

 

 

 

«Tienes que hacer tu propia creación, porque ellos son gigantes del cine. Esta película es en realidad la pieza de acompañamiento para la de Gene Wilder», dijo Chalamet, que citó trabajar con King y el elenco lleno de estrellas británicas, como Colman o Hugh Grant, como dos de los grandes alicientes en Wonka.

 

 

 

 

 

 

King, también guionista de la película, defendió en entrevista con EFE su decisión de imaginar la juventud de Willy Wonka y alumbrar un personaje lleno de pureza que todavía no se ha contaminado.

 

 

 

 

 

 

«En Charlie y la fábrica de chocolate Willy Wonka es casi un tipo de chocolate. Tiene un exterior frágil, ligeramente cínico, pero en su corazón hay ese extraordinario acto de generosidad de buscar a un niño para entregarle el trabajo al que ha dedicado su vida», señaló.

 

 

 

 

 

De ahí que su filme, ambientado 25 años antes que el original, se centre en «cómo este personaje con esa imaginación pura en el corazón y una visión optimista de la humanidad llega a desarrollar esa piel tan frágil».

 

 

 

 

 

Para King, lo mejor de la película es que trata grandes asuntos universales pero con un toque de ligereza «a través de personajes grotescos y muy divertidos» que están dominados «por la codicia, que es el gran tema central de Charlie y la fábrica de chocolate«.

 

 

 

 

 

 

Wonka habla de sueños. De sueños llenos de chocolate. Y Chalamet tiene claro, en su vida real, cuáles son los suyos.

 

 

 

 

 

 

«Las Raisinets, pasas recubiertas de chocolate», responde sin pestañear preguntado por su favorito. ¿Y su sueño? «Que el AS Saint Etienne regrese a la Ligue 1 (francesa) y vuelva a levantar la Copa», dice este declarado fan de uno de los equipos más icónicos de Francia, de donde es su padre.

 

 

 

 

 

EFE

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