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«¡Tienen que poner fin a la tortura!»

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«¡Tienen que poner fin a la tortura!»

 

A punto de irse ―desde el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, en Maiquetía― el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, tras una visita de 72 horas al país que incluyó desde reuniones con Maduro y sus principales ministros, con jefes de partidos y hasta con más de un centenar de personas del mundo civil, dejó varios titulares que estallarían en la prensa democrática de cualquier país o capital del mundo (sea Madrid, Londres, Washington, Bogotá o Santiago de Chile).

 

 

Primero Türk contó una historia (entre cientos que habrá):

 

 

A una mujer le embargaba la emoción al relatar cómo dos años atrás su hermana había sido detenida, violada y torturada.
Después, reveló sus acciones:

 

 

«Pedí a las autoridades que se pusieran en libertad a todas las personas detenidas arbitrariamente. Es parte del llamado global a los gobiernos para que amnistíen e indulten o simplemente pongan en libertad a todas las personas detenidas arbitrariamente por ejercer sus derechos». (En Venezuela hay cerca de 300 presos políticos que el régimen no reconoce como tales).

 

 

«Se me prometió que se atenderían las denuncias de torturas, que serían investigadas y que los responsables serían enjuiciados. Les animé a tomar medidas decisivas para poner fin a la tortura de una vez por todas, ratificar el protocolo de la Convención contra la Tortura, en consonancia con el compromiso voluntario asumido por Venezuela en Ginebra de emprender una revisión exhaustiva del marco jurídico de prevención de la tortura y reforzar la Comisión Nacional para la Prevención de la Tortura».

 

 

«También les insté a ratificar la convención sobre desapariciones forzadas».

 

 

Esta es Venezuela después de los 24 años en el poder de este régimen: detiene arbitrariamente, viola a detenidas, desaparece personas y tortura. ¿Será culpa eso también de las sanciones internacionales?

 

 

No, en rigor no culpa a las sanciones de la tortura, las desapariciones forzadas y las detenciones arbitrarias, porque sería reconocer que comete esos hechos. Y son, según las autoridades, tan solo denuncias que investigarán.

 

 

Mientras los representantes de una treintena de países de América Latina y el Caribe debatían en Buenos Aires sobre democracia con un puesto reservado para el régimen de Maduro, Volker Türk, un abogado nacido en 1965  en la ciudad austríaca de Linz (que padeció a mitad de siglo pasado el dominio nazi y lo investigó a profundidad), recordó los desgarros, las violaciones constitucionales y el incumplimiento de los elementales modales de convivencia humana que se esconden ―se desconocen― en las entrañas de la revolución bolivariana.

 

 

Tortura, define la RAE, es “un grave dolor físico o psicológico infligido a una persona de forma deliberada con el fin de obtener algo de ella, especialmente una confesión o una determinada declaración”. Quien tortura se degrada como ser humano y quienes amparan la tortura tendrán que rendir cuentas ante la ley: más temprano o más tarde.

 

 

Editorial de El Nacional

 

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