Pocas veces la trama de The Whale, dirigida por Darren Aronofsky, ocurre fuera de la casa de Charlie (Brendan Fraser). Una de ellas es cuando se ve al personaje principal ante la orilla de una playa a punto de enfrentarse a la furia de las olas. De resto, es Charlie dándose golpes en su propio océano de miserias, increíblemente sin dejar de ser positivo.
Charlie sufre de obesidad mórbida; perdió a Alan, el amor de su vida, y tiene una hija, Ellie (Sadie Sink), que lo detesta por haberla dejado abandonada para irse con su pareja. La entrega del personaje a la muerte es tan radical que, a pesar de su enfermedad, come todo lo que pueda acelerar el deterioro de su cuerpo, desde pollo frito a dulces o hamburguesas. Lo hace con tal violencia que para el espectador puede resultar grotesco.
Sin embargo, a Charlie lo mueve la firme convicción de recuperar su relación con su hija, que lo vejará e insultará de todas las formas para alejarlo. El personaje de Brendan Fraser sabe que tiene una última oportunidad para sentir que está haciendo algo bien, y eso se repite durante toda la película, de una u otra forma, ya sea con Charlie humillándose diciendo «lo siento» varias veces o insistiendo en considerarse una persona repugnante.
Liz (Hong Chau), su amiga, intenta ayudarlo, pero también hay momentos en los que Charlie rebasa su paciencia y termina por maltratarlo. Lo mismo Mary (Samantha Morton), su exesposa, que protagoniza junto a Charlie una de las mejores escenas de la película, cuando el personaje lanza, desesperado, la siguiente línea: «Necesito saber que hice algo bien en mi vida».
Aronofsky es un director que se caracteriza por llevar los personajes y las emociones al extremo, por eso The Whale puede resultar incómoda, a veces rara. Es un riesgo que Aronofsky asume y que puede o no sacar al espectador de la sala. En cintas anteriores, como Black Swan o Requiem for a Dream, hay puntos en que las acciones de los protagonistas pueden resultar inverosímiles. Es ese su punto entonces, jugar con las ideas del público, poner de manifiesto los pensamientos más extraños de la mente humana.
Hay en The Whale subtextos que cuestionan la creencia en Dios o que se valen de la novela Moby Dick para metaforizar la vida de Charlie. Desde el inicio de la película, el protagonista lee y relee un ensayo sobre el libro de Herman Melville que le emociona tanto que le hace regresar a la vida. En el ensayo, el autor, desconocido hasta el final de la cinta, habla de la tristeza que siente por Ahab, obsesionado con atrapar a la ballena blanca.
No hay que olvidarlo: la locura del capitán Ahab termina por llevarlo a la muerte, en las profundidades del mar.
En el caso de Charlie: ¿podrá reivindicarse? ¿Logrará salir de sus miserias? ¿Es tiempo perdido intentar demostrarle a Ellie que ella es una buena persona que puede preocuparse por los demás?
Globovision