Popularmente se cree que Marco Polo fue el encargado de traer la pasta a los platos de occidente. Sin embargo, esta leyenda se aleja mucho de la realidad. Lo cierto es que el origen de la pasta es remoto, tan remoto como el origen de la propia agricultura, pues debemos recordar que la pasta está formada por cereales molidos y agua.
Bien es cierto que la referencia más antigua a este alimento data del año 4000 a.C. en China, pero en Occidente la pasta era, también, un elemento popular en las cocinas. El propio emperador romano, Cicerón, aseguró que la pasta, o laganum, como era conocido en la época, era su plato favorito, y personajes de la antigua Grecia como Aristófanes u Horacio citan a la pasta en sus escritos.
Ingredientes:
300 g de harina 00
150 g de huevos
Preparación:
Para elaborar la pasta fresca lo primero que debes hacer es tamizar la harina sobre la superficie de trabajo y hacer un hueco con la mano en el centro. Incorpora los huevos ligeramente batidos. Mezcla los ingredientes con la yema de los dedos, llevándote la harina hacia el centro. Con la ayuda de una cuerna, sigue trabajando los ingredientes hasta que la harina absorba completamente el huevo y la masa quede húmeda. Si resulta pegajosa, añade un poco más de harina.
Para amasar la pasta, cógela de los extremos y estira. Haz esto entre 10 y 15 minutos para que quede elástica. Luego, déjala reposar a temperatura ambiente durante 30 minutos antes de cortar.
Existen dos posibilidades para cortar la pasta, la más recomendable para aquellos muy asiduos a preparar pasta fresca es a máquina, debido a la gran variedad de posibilidades que ofrece, aunque también se puede hacer a mano.
Para cortar la pasta a máquina primero debes cortar láminas de 30 cm, pasándolas a través de la del accesorio para que la pasta quede del grosor deseado. Para que no se pegue, espolvorea harina sobre los rodillos. Luego, introduce una a una las láminas para cortarla en tiras de la anchura deseada. Para cortar a mano los tallarines extiende la masa y enróllala de forma cilíndrica. Corte el cilindro transversalmente en tiras de unos 10 mm de ancho.
Antes de que guardes la pasta, ésta debe estar completamente seca. Para conservarla, cuelga las tiras sobre un rodillo enharinado o enróllalas en ovillos, y colócalos en un plato enharinado, uno al lado del otro. Deja secar durante 1 ó 2 horas y ya tienes tu propia pasta fresca para jugar.