Tamoa Calzadilla: Con capucha no se puede desenmascarar al otro

Tamoa Calzadilla: Con capucha no se puede desenmascarar al otro

No es fácil ni cómodo. «Hacer periodismo de investigación en Venezuela es como atravesar una etapa del oscurantismo feroz, que avanza en el país». Tamoa Calzadilla, exdirectora de la Unidad de Investigación del diario Últimas Noticias, no se halla. Extraña 15 años de rutina laboral. Desde que renunció la asaltan sentimientos encontrados: “Siento decepción, rabia, impotencia. ¡Ha sido súper duro!». Para ella era inaceptable la prohibición de publicar el reportaje sobre «Lo que hay detrás de la guarimba». Señalar sin prueba alguna que a los manifestantes le pagan por mantenerse en las calles, para complacer la nueva línea editorial, traspasaba su ‘raya amarilla’. «La gente no tiene idea de las batallas que se libran dentro de un medio».

 

¿Cuál es la raya amarilla de un periodista?

– Es muy personal. Como la ética, son principios que no se pueden dictar ni estás dispuesto a tolerar imposiciones en contra. Un periodista sabe cuando trasgreden su raya amarilla: Si es desde la pauta, la no publicación del trabajo, el irrespeto o simplemente por la necesidad de saber quién paga tu sueldo. Unos la tenemos más cortica que otros y eso no es ni bueno ni malo, sino de cada quien. Por eso es muy importante respetar a los periodistas que se quedan. Es muy duro que te acusen de tener bozal de arepa.

 

El oscurantismo es un rastro de la represión. La imposición de una sola mirada de los hechos, el señalamiento sin pruebas, la condena pública para descalificar, etiquetar y favorecer una sola versión no son las pautas del buen ejercicio periodístico. “Cuando afloraron las críticas contra la naciente ‘revolución bolivariana’, el Gobierno emprendió la práctica de secretismo con la prensa, de acaparar documentos e impedir declaraciones de los funcionarios y trabajadores del Estado, limitando el libre acceso a la información pública. Algunos oficios con la orden de silencio se filtraron y cada vez se hace más difícil encontrar las pruebas para respaldar una investigación. Más tarde llegaron otros métodos. El último es la presión para evitar reportajes incómodos. La compra de estas industrias por entes que favorecen al gobierno es una forma sofisticada, pero es censura al fin”.

 

¿A qué responde la compra de los medios de comunicación? ¿Qué está pasando con la censura y la autocensura? ¿Qué pasó con Globovisión luego del cambio de dueños? Se plantea miles de interrogantes buscando entre estudiantes de periodismo, ahora sus alumnos de la Católica Andrés Bello, se motiven a investigar para la tesis de grado. Le gustaría mucho que se analizaran las primeras páginas de Últimas Noticias. Está preocupada sin duda por los rastros que va dejando la represión en los medios de comunicación y, en consecuencia, en el ejercicio periodístico. «La gente no está confiando en los medios tradicionales. Ahora busca que hashtag seguir, que página Web o a cuál link direccionarse para informarse, encontrar el análisis o seguir el rumbo de los acontecimientos».

 

¿Qué es un irrespeto desde la óptica del ejercicio periodístico?

– Como periodista y trabajadora me parece un irrespeto que no se nos informara quién es el nuevo comprador de Últimas Noticias, el diario de mayor circulación del país. Que no se nos haya dicho la verdad. El ejercicio periodístico tiene que ser transparente, es la esencia de nuestro oficio, entonces no puede estar envuelto en una operación de compra venta que esconde algunas cosas ¿Cómo se puede desenmascarar a otros si tienes puesta una capucha? Cada vez que me preguntaban para quién trabajaba, sentía que me habían puesto una. ¿Cómo podía hacerle una pregunta dura a esa persona?

 

Fue un irrespeto que creyeran que podía cumplir una pauta tendenciosa, sembrar de pruebas o falsedades y favorecer la posición política de los fantasmas estos, los dueños que no dan la cara. Eso fue más irrespetuoso, incluso, que los gritos que vinieron después pidiéndome que no los llamara manifestantes y torciera ese trabajo de mi colega Laura Weffer para condenar a los muchachos. ¡Yo soy periodista! Que me pidieran sembrar «pruebas» y falsedades para sustentar el argumento de que reciben financiamiento, sin haber sido corroborado con la certificación de una operación bancaria, el cobro de un cheque.

 

EL LAPIZ ROJO

¿Cuáles son las claves para la investigación periodística y enfrentar la a propaganda disfrazada de periodismo?

– Lo más elemental es saber qué quieres descubrir. Tener clara la hipótesis. Siempre le recordaba a los periodistas sobre la necesidad de precisar el foco de lo que se quería comprobar, cómo se demostraría, cuáles fuentes utilizar: documentales, vivas para comenzar a decantarlas, teniendo siempre muy claro el norte de la investigación.

 

Hay que ir a la calle. El periodismo es presencia. La observación es una fuente riquísima de información, descifrar el gesto luego que se apaga el grabador. Mirar a los ojos para conocer si está afectado. No hay recetas… pero el periodismo es un método de argumentar, de respetar a las fuentes, de desarrollo de hipótesis. El ejercicio periodístico es una mezcla entre el corazón y el método para escribir. ¡Los textos tienen que moverte porque tienen intención! Se busca que pase algo con lo que escribiste. Que si hay una injusticia se corrija. ¡El periodismo sí tiene corazón! El periodismo desalmado no existe y menos con lo que nos está pasando.

 

No creo en la objetividad, sino en la honestidad. Que el periodista escriba lo que comprobó. Creo en el equilibrio, no puedes irte por una sola calle sin escuchar las otras voces. El que venda la objetividad es un gran mentiroso. Rescato la palabra honestidad en el periodismo, en lo que honestamente crees que es así y no porque alguien te mandó, te pagó o estabas consciente de los oscuros intereses detrás de la instrucción de fregar a alguien o enaltecerlo.

 

¿Cómo traspasar la denegación del acceso a la información pública y la opacidad de las fuentes oficiales?

-A los periodistas nos corresponde una labor de activismo en pro del acceso a la información. Hace rato formo parte de Pro Acceso buscando abrir las fuentes de información pública que desde la llegada de Hugo Chávez al poder, ha sido cada vez peor. Aquí los funcionarios consideran que es un favor si te dan una información y resulta que es un derecho. Yo tenía una regla en el equipo: el lector tenía que saber que se había buscado la información y la respuesta recibida. Conocer la razón por la cual no estaba la voz del ministro o del funcionario responsable, porque hay que empoderar a la gente, suministrar la información no es un favor, sino un derecho. La opacidad informativa se puede burlar con la profesionalización de los métodos de búsqueda para rastrear las informaciones por computadora y combinarla con la presencia, aunque te tiren la puerta. Pero es nuestro deber porque si no, ellos ganan.

 

¿Cómo rescatar al periodismo del lápiz rojo?

– Se asumen como dos posturas frente al lápiz rojo: Se acomodan, hacen cintura y esperan cualquier descuido para poner la información o te enfrentas directamente y busca desenmascararlo que fue mi posición. Las dos pueden ser válidas. Condeno la postura de los que tuercen una parte de la historia u omitir otras, porque les pagan, sin que les quite el sueño. Es interesante conservar los espacios proponiéndoles a los censores los temas, colocándolos en su tarea de vetar o dejarlo publicar como pasó con el video de los sucesos del 12 de febrero en los alrededores de la Fiscalía General de la República. Esa lucha constante de muchos periodistas puede más que el lápiz rojo. En algún momento tienen que sentir vergüenza por lo que hacen.

 

Sentir lástima de ellos mismos cuando les preguntan sobre su tarea de ocultar parte de la historia; apelo que en algún momento tengan algo de conciencia. Yéndote se puede correr el riesgo que coloquen en tu lugar a alguien dispuesto a aceptar pautas de propaganda oficial. Esa lucha puede más que el lápiz rojo. Sí hay maneras, distinta a voltear para el otro lado, hacerse los locos creyendo que nadie se dará cuenta.

 

Hay jóvenes formándose en las universidades creyendo que lo normal es autocensurarse, que la norma el ‘bajarle dos’. Que los ministros no contesten, que los funcionarios se guarden el informe. Por eso acepté dar clases sin pensarlo.

 

Fuente: EC

Dhameliz diaz | ddiaz@el-carabobeno.com

 

 

 

 

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