El papa Francisco, en pleno proceso de corregir errores relacionados con un escándalo de pedofilia en Chile, fue superado este martes por su arriesgada decisión de haber nombrado como número tres del Vaticano, al cardenal australiano George Pell, quien será juzgado por presunta agresión sexual, según anunció este martes un tribunal de Melbourne.
La jueza Belinda Wallington afirmó que hay suficientes pruebas para enjuiciar a Pell, tesorero del Vaticano y tercero en la Santa Sede, por los delitos que se le atribuyen. El cardenal, de 76 años, negó de manera categórica los señalamientos.
El fallo se da en el marco de un proceso preliminar que comenzó el pasado 5 de marzo por “múltiples” acusaciones de presunto abuso sexual a menores, cuyo número y detalles se desconoce por estar bajo secreto de sumario.
Identificado como uno de los consejeros más cercanos del papa Francisco, Pell es el más alto representante de la Iglesia católica juzgado por agresiones sexuales hasta la fecha.
Para quienes lo admiran, el cardenal Pell encarna el tradicionalismo católico australiano. Para sus detractores, es el rostro de una institución que no supo enfrentar las acusaciones de pederastia.
El cardenal afronta un juicio por presuntos abusos sexuales en un periodo comprendido entre las décadas de 1960 y 1990, cuando comenzó como sacerdote y posteriormente como arzobispo de Melbourne, en el estado de Victoria.
“La Santa Sede ha tomado nota de la decisión anunciada por las autoridades judiciales en Australia”, dijo su portavoz en un breve comunicado, después del anuncio de una decisión temida por casi un año. “El año pasado, el santo padre le concedió permiso al cardenal Pell para que pudiera defenderse de las acusaciones. Esta licencia todavía está vigente”, agregó el Vaticano.
La posibilidad de que regrese a Roma el cardenal Pell, cuyo estado de salud es frágil, parece por ahora muy lejana. El australiano ya había sido acusado en el 2002 de abusos sexuales por hechos presuntamente muy antiguos y fue absuelto.
Pell, nacido en 1941, creció en la ciudad de Ballarat, donde fue un entusiasta miembro del equipo de debate de su universidad. Tenía los papeles principales en las obras de teatro escolares y destacaba en fútbol australiano.
Su madre, una ferviente católica, estaba entusiasmada con que su hijo tomara el camino de la iglesia, según la prensa australiana.
Su padre, un anglicano, no comprendía que hubiera rechazado un suculento contrato con uno de los equipos de fútbol más pujantes del país. Pell siguió parte de sus estudios en Roma antes de ser ordenado cura de la diócesis de Ballarat, en 1966.
El cardenal vivió un rápido ascenso hasta ser nombrado arzobispo de Melbourne, posteriormente de Sídney y, en 2003, fue incluido en el poderoso Colegio de Cardenales, lo que le otorgaba la posibilidad de votar en la elección de un Papa.
En el 2014, Pell fue llamado a Roma por el Papa para convertirse en su poderoso “ministro” de finanzas y para dirigir un grupo de cardenales para reformar con firmeza el funcionamiento de la curia (Gobierno del Vaticano).
Pero el papa Francisco no pensó que el cardenal podría transformarse en una bomba de tiempo en la cúspide de la Iglesia. Desde el principio, las víctimas australianas de abuso sexual percibieron la elección del Papa como una forma de rescatar o alejar al prelado de una investigación que estaba en curso en su país.