«La doctora me dijo que no me aseguran una recuperación total. Imagínate. Tanto luchar para morir en la orilla». Con estas palabras, Flor María Gutiérrez, de 48 años, resume las consecuencias de un periplo en el que lleva tres meses.
En julio de 2012 le diagnostican un cáncer de mama. Le indican quimioterapia (el tratamiento duró 6 meses) y luego cirugía. «Con la quimio no tuve problemas, gracias a Dios me daban los medicamentos gratis en el hospital Luis Ortega, de Margarita». Cuando terminó la terapia y se recuperó, fue a pabellón. Le hicieron una mastectomía radical en febrero de este año, también en Nueva Esparta, su estado de residencia. El siguiente paso, indicado por los especialistas, era iniciar radioterapia al mes de la operación.
Fue al hospital Luis Ortega de nuevo, pero el acelerador lineal, equipo con el que dan la radioterapia, estaba dañado. «Esa máquina la inauguraron en diciembre y en marzo ya estaba dañada, y nada que la arreglan. Allá en la isla no había radio, sólo quimio.
Me refirieron a Barcelona. Fui. Allá me dijeron que la máquina estaba parada porque se le dañó la tarjeta madre, y que estaban atendiendo a pacientes de Sucre, que también tenía el equipo dañado, de Monagas y Nueva Esparta. Supongo que por tanta gente se dañó. Bueno, ahí en Barcelona me dicen que la más cercana es la de Barquisimeto, que sí estaba funcionando, y me vine», relata vía telefónica.
Este recorrido lo hizo la señora Flor en marzo. Pero antes de ir a Barquisimeto debió viajar a Caracas con su hija de 9 años, para llevarla a unas consultas médicas porque tiene hidrocefalia.
«No me quedé en Caracas porque no tengo familia allá, me vine a Barquisimeto, aquí vive mi hermano». Tiene mes y medio en Lara, en una lista de espera para iniciar la radioterapia.
Intermitente
En el tratamiento del cáncer hay un enlace entre el diagnóstico, la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. «Todo está estandarizado. Después de una cirugía, en menos de 6 semanas el paciente debe recibir quimioterapia o radioterapia según el caso, y se deben respetar los lapsos para que no ocurra una recaída», explica Gustavo Uns-helm, cirujano oncólogo.
Pero cumplir esto es casi imposible. El Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV, junto con el Observatorio Venezolano de la Salud, realizó una investigación sobre la situación actual de la atención oncológica en el país y en un primer análisis, que concluyó hace tres semanas, hallaron que 18 de los 26 equipos de radioterapia instalados en hospitales públicos estaban dañados para el 29 de abril; es decir, 69,23% de los aparatos (tanto aceleradores lineales como unidades de cobalto).
Carlos Walter, director del Cendes, informó que los datos los obtuvieron del personal de salud de los servicios de oncología del país, y de profesionales del ministerio. Se trata de la primera parte de una investigación sobre las políticas públicas de salud para el cáncer.
Si bien el diagnóstico fue hecho el 29 de abril, la semana pasada esa situación no había mejorado. 10 estados tenían el acelerador lineal o la máquina de cobalto dañadas. En el Hospital Universitario de Caracas (HUC) la unidad de cobalto no funciona desde diciembre y el acelerador lineal desde el 8 de febrero.
Los pacientes que estaban en tratamiento lo siguen recibiendo en otros centros (J. M. de los Ríos, Oncológico Luis Razetti, Padre Machado y Domingo Luciani), mientras que los casos nuevos entran en una lista de espera.
El equipo del Padre Machado (Servicio Oncológico Hospitalario del Ivss) tuvo un percance el miércoles pasado. Se le quemó un bombillo el martes en la tarde pero el miércoles a la 1 pm ya estaba arreglado y «operativo 100%», aseguró la directora, Sara Maissi. El acelerador lineal de este centro estuvo tres meses sin funcionar, pero lo arreglaron y «quedó como nuevo», indicó.
El hospital de niños J. M. de los Ríos es el único del país con radioterapia para niños (el HUC también pero está inactivo). Allí ven 23 pacientes pediátricos diarios y tienen cupos para adultos que son referidos de los centros caraqueños mencionados anteriormente, informó Huníades Urbina, director. Hace un mes el acelerador no pudo funcionar porque se dañó el aire acondicionado del servicio; el equipo recibe su mantenimiento periódico.
Y el Oncológico Razetti está activo pero con limitaciones. La unidad de cobalto estuvo apagada un mes, el jueves fueron a repararla, y el acelerador lineal no opera al 100%, sólo puede irradiar a 35 pacientes por turno, cuando se fabricó para 60. «No paramos pero tampoco podemos dar más», comenta María Benítez, radioterapeuta. Las citas para iniciar la radiación están para octubre en el turno de la mañana, y agosto para la tarde.
Riesgos
«Un paciente no puede esperar un tratamiento de radioterapia. Hay quienes tenían un estadio curable y al llegar a la cita están en metástasis», explicó. Unshelm agrega que el paciente que comienza radioterapia no debe suspenderla hasta cumplir el tratamiento completo, porque es perjudicial.
Otra consecuencia de las fallas de estos aparatos recae en las cirugías
Pedro Martínez Latuff, jefe de Patología Mamaria del Razetti, expone que en cáncer de mama, la cirugía preservadora es una opción (quitar el tumor y dejar la mama), «pero si no le garantizas a ese paciente que va a ser irradiado 1 mes después de la operación, no puedes hacer esa cirugía. Eso está pasando, jóvenes que pueden ser curadas y le puedes preservar la mama pero debes hacerle una mastectomía radical porque no se le garantiza la radioterapia en un mes, sino después. Eso es lamentable».
Frente a la traba vivida en tres estados, la señora Flor se ha movido junto a su familia para conseguir dinero y ver si se hace la radioterapia en una clínica. Lo más barato que ha conseguido es Bs 17.500 por todo el tratamiento. Pidió ayuda en entes gubernamentales pero no le han respondido. Su turno en el hospital es para junio o julio, cuatro meses después de su operación.
«Pero no puedo esperar tanto. Esas son células que no se detienen y es una enfermedad muy traicionera. Parece que la gente está sorda ante la situación de las máquinas de radioterapia. Le pido al Gobierno y a las autoridades que no nos dejen morir en la última etapa de la enfermedad». El cáncer es la segunda causa de muerte en el país (21 mil decesos cada año), con más de 40 mil diagnósticos anuales.
Fuente: ÚN