Aunque este editorial no pretende dar clases de ciencias políticas, es un espacio que debería servir para puntualizar temas importantes para los ciudadanos, sobre todo porque uno de los fines del periodismo tiene que ver con la contribución que puede hacerse desde estas tribunas a la educación de la gente. La información es saber, y el saber es educación.
Muchos son los asuntos que están en el tapete y que tienen que ver con soberanía. Sobre todo porque es una de las palabras favoritas del régimen desde tiempos de su comandante muerto. Insistía Chávez en que Venezuela era un país soberano. No estaba equivocado el finado, pues soberanía es el poder supremo de un Estado independiente.
Pero ahora que se lanzan al aire opiniones y que algún aventurero llega a decir que el chavismo es una ideología, hay que recordar que este régimen como defensor de la soberanía venezolana deja mucho que desear.
Y si se sigue el objetivo periodístico de explicar con palabras sencillas los hechos para que la mayoría entienda, hay que decir que esa soberanía se ejerce en un territorio que es el que de acuerdo con el derecho internacional está establecido como del país. Ese es otro concepto que, ligado a la soberanía, está constantemente en el discurso del régimen.
Y se le adiciona un tercero, frontera, que si se le aplica el sentido común, y hasta se busca en el diccionario de la Real Academia Española, es “el confín de un Estado”.
¿Cuál es la intención de este editorial? Insistir en desmontar las palabrotas que repiten los de la cúpula rojita cuando quieren responder a temas como las sanciones, las acciones del gobierno de Colombia, el dinero que reciben las organizaciones no gubernamentales y hasta la controversia con Guyana por el Esequibo.
Al régimen le tiene sin cuidado lo que ocurra en el territorio venezolano, siempre y cuando esa desidia se traduzca en beneficios. Si no ¿por qué los guerrilleros disidentes de las FARC se dan la gran vida en suelo venezolano? Con la colaboración de la cúpula militar rojita le dan cabida a cientos de maleantes y narcotraficantes, a pesar de que se supone que su obligación es defender la frontera.
Y en cuanto a la soberanía, a la injerencia de la que acusan a países como Estados Unidos, habría que preguntarse si no es ceder el poder el hecho de que sean los cubanos los que lleven las cuentas, registren negocios y personas, decidan entrega de identidad y pasaportes e incluso entrenen y manden en las fuerzas armadas.
Así que lo que dicen desde el jefe del régimen para abajo, incluyendo el número dos de la asamblea rojita y el tres del partido PSUV, no es más que puro parapeto para hacerse ver como que Venezuela les duele. No hay ideología chavista detrás de ello, no es real la “defensa de nuestra soberanía”. Entregaron el país al mejor postor y todavía tienen esperanzas de seguir cobrando por ello.
Editorial de El Nacional
