Sin causar alarma

 

La fiebre tifoidea está presente en casi toda Latinoamérica; es una enfermedad que se registra en las estadísticas anualmente pero no en números alarmantes. Lo que sucede es que en Venezuela no se cuenta con cifras desde 2016, y como siempre, especialistas y población están a ciegas. Nada nuevo.

 

 

Dice Huníades Urbina, pediatra, infectólogo y miembro de la Academia Venezolana de Medicina, que no es una enfermedad que deba causar alarma, pero que, como es lógico, exige ocuparse del problema si se comprueba que existen casos en el país. De acuerdo ese último boletín epidemiológico de hace 6 años –sí, de hace 6 años, leyó bien– solo se registraron 9 casos sospechosos y el año anterior solo 3. Estas cifras no asustan a nadie, pero lo importante es analizar lo que se debe hacer para evitar que aumente el número de contagiados.

 

 

Precisamente la opacidad con la que se ha tratado la pandemia en Venezuela crea suspicacia entre la gente y los especialistas. Todavía no se sabe a ciencia cierta los números reales del covid-19, aunque los boletines los lanzan todos los días. Pero es bastante difícil de creer que de un día para otro pasen de 5 contagios a 84 y luego bajen a 9. Son estadísticas muy extrañas. Mucho menos se sabe en qué estado está la vacunación porque parece que el gobierno se desentendió del asunto.

 

 

En fin, que así como con el covid, prevenir la fiebre tifoidea y las enfermedades infectocontagiosas depende una vez más de los ciudadanos. Sin embargo, es allí en donde se puede probar el total descuido de Miraflores con respecto a su obligación de velar por la salud pública. Hay que tomar como ejemplo los nuevos rumores de contagios, porque precisamente la enfermedad que pareciera estar recorriendo algunas zonas se transmite a través de una bacteria que se llama Salmonella typhi y se propaga felizmente por la mala disposición de aguas.

 

 

Cuando se piensa en todas esas poblaciones que han sufrido inundaciones y deslaves, que han dañado hasta las cañerías y mezclan aguas servidas con aguas limpias, se entiende el gran riesgo que corre la población. La fiebre tifoidea se transmite desde las heces a la boca, por eso el agua es tan importante, uno de los servicios que el gobierno chavista no provee regularmente a los venezolanos. La mayoría de las poblaciones sufren un fuerte racionamiento de agua. Agua empozada, acumulada, sin tratamiento es el cultivo para esta y muchas otras enfermedades y esto es responsabilidad del gobierno chavista.

 

 

“Cuando hay aumento de casos, eso lo sabrá el Ministerio de Salud. Cuando hay casos es porque hay mala disposición de aguas, porque la gente toma agua contaminada o porque hay lluvias. Cuando hay agua solo algunas veces a la semana, es lógico que haya enfermedades de este tipo”, dijo a Efecto Cocuyo el infectólogo Martín Carballo.

 

 

¿Le importa esto a quienes habitan en Miraflores? Realmente pensamos que no. Han demostrado que sus prioridades son otras y ninguna tiene que ver con el bienestar y la calidad de vida del venezolano.

 

Editorial de El Nacional

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