Ya no hace falta darle más vueltas a la hora de comprar un móvil, Google acaba de simplificar la decisión. Si quieres un Android, a partir de ahora lo que quieres, en realidad, es un Pixel.
Sí, todavía son teléfonos caros, orientados a la gama alta del mercado. Durante unos años seguiremos comparando hojas de características con móviles chinos de 500, 400, 300 o 200 euros y pensando que los extras tal vez no justifiquen esos euros de más que ahora hay que pagar por el Pixel 2 o el Pixel 2 XL. En España, de hecho, ni siquiera se venderá el primero, solo el de mayor tamaño, a un precio de 959 euros.
Pero conforme pasen los años, Pixel se convertirá en la mejor opción también en la gama media y poco después en la gama media-baja. Esta vez la apuesta de Google por la fabricación de teléfonos propios va en serio y tiene todos los elementos necesarios para incomodar al resto de sus competidores y, al mismo tiempo, socios (¿compesocios?, ¿sociodores?).
Pixel 2 y Pixel 2 XL son increíblemente ambiciosos. Se dejan olvidadas algunas de las tendencias de los móviles de gama alta de estos últimos años, como la segunda cámara o lo que se ha terminado denominando «pantalla infinita». También prescinden del puerto tradicional de auriculares (y, en un irónico giro del destino, los adaptadores para recuperarlo son más caros que los de Apple). Pero suplen todo eso con lo que apunta a ser una excepcional cámara principal, buena experiencia de uso y la promesa de actualizaciones y soporte estable para el sistema operativo.
Lo mejor de Android llegará siempre primero a Pixel.
Esto ya no es un experimento, ni un teléfono destinado a desarrolladores como lo fue la gama Nexus, es -por fin- una propuesta que puede mirar a Apple cara a cara porque combina hardware y software en un único paquete, y uno bastante atractivo.
Hay más pistas que permiten hacerse una idea del grado de compromiso de Google. La compañía, por ejemplo, ha lanzado un programa oficial para certificación de accesorios de terceras compañías y unos auriculares inalámbricos propios, Pixel Buds, como complemento al teléfono.
Los auriculares incluyen un traductor universal en 40 idiomas. Gracias a un enlace con la app Google Translate, unos pocos segundos después de escuchar una frase puede traducirla a la lengua natal del usuario. Suena a que es una de esas funciones que no están listas para el prime time. La traducción será lenta e imprecisa, y el proceso no del todo cómodo en estas primeras generaciones, pero demuestra lo lejos que puede llegar Google controlando tanto el producto final como el universo de servicios que usamos en la red a diario.
El resto de fabricantes Android va a tener que conformarse con las sobras, ceder aún más control para obtener acceso a prioritario a ciertas funciones o empezar a buscar alternativas. La puerta de Alexa y Amazon parece estar entreabierta.
elmundo.es
Ángel Jiménez de Luis