No es un secreto para la comunidad médica o para la población en general que el estrés, y sobre todo el estrés crónico enferma. Ha sido demostrado en estudios, tanto en modelos animales como en humanos, que el estrés psicosocial es un factor de riesgo para infecciones virales, enfermedad cardiovascular, cáncer, asma y otras patologías1,2.
Sin embargo, no todo el mundo se afecta igual por el estrés, algunas personas lo toleran muy bien y lo sobrellevan, otros por el contrario sucumben ante él y con frecuencia sufren sus consecuencias. Pero, ¿Qué hace que algunas personas soporten más estrés que otras?
Esta interrogante ha sido el objeto de muchos estudios entre los científicos y médicos, los cuales han buscado diversos elementos que pueden hacer a las personas más o menos susceptibles a las situaciones estresantes, y una de las características que hace que las personas se vean más afectadas por el, es porque su sistema nervioso vegetativo se altera, provocando mayor actividad del sistema simpático que genera modificaciones en la circulación, la presión arterial sistólica y en la liberación de ciertas hormonas y sustancias en la sangre.
Se ha descrito que algunos rasgos de personalidad, el ambiente, la situación económica, social o política de los individuos pueden contribuir a que la persona sea vulnerable al estrés, pero las investigaciones de estos factores de riesgo continúan.
Recientemente Liu y colaboradores, publicaron en uno de los primeros números del 2015 de la revista científica Sleep, un trabajo en donde se estudia la respuesta al estrés en 40 individuos3.A 20 de ellos se le permitió dormir holgadamente toda la noche sin interrupciones, y a los otros 20 les fue interrumpido el sueño, no permitiéndoles dormir más de 6 horas. A la mañana siguiente, todos fueron sometidos a pruebas neuropsicológicas, las cuales fueron practicadas por personal calificado que usaba un método de “feedback” (o retroalimentación en español) que generaba angustia a las personas. El estrés fue medido con un dispositivo validado internacionalmente, que se coloca en la piel de la mano, y registra la conductancia eléctrica, la cual cambia según la respuesta del paciente. A mayor estrés, mayor conductancia.
Obtuvieron como resultado que, las personas que dormían menos de las horas que necesitaban para sentirse bien, respondían al ejercicio neuropsicológico con una descarga mayor en la piel, que las personas que habían dormido completo durante toda la noche, determinándose de esta manera, que aquellos individuos que habían sido privados de sueño, tenían una respuesta excesiva estresante comparado con el grupo control, que aunque también se estresaba, tenía menos conductancia eléctrica. En conclusión, los que durmieron menos, se estresaron más.
Aunque esto es un estudio de investigación controlado, si lo extrapolamos a nuestra sociedad actual, que cada vez duerme menos, que tiene menos tiempo para descansar por obligaciones laborales o de familia, que constantemente deja de dormir para que el día le alcance para realizar sus actividades, no es descabellado pensar que la respuesta al estrés de estos individuos podría ser exagerada, o poco saludable.
La falta de sueño se ha considerado un factor de riesgo para desarrollar muchas enfermedades, el estrés crónico también. Es muy probable que quizás estos dos factores estén tomados de la mano.
Revise su sueño, calcule cuanto está durmiendo, es probable que tenga un día mucho más llevadero y menos angustiante si durmió bien el día anterior. No lo haga solo un día, respete su sueño siempre. Duerma lo que necesita, no lo que pueda. Créame, si el sueño no fuera importante, la naturaleza no nos obligaría a dormir todos los días.
Fuente: Atusaludenlinea.com