Es un tema que definitivamente varía dependiendo del punto de vista de cada quien, pues durante el noviazgo algunos lo consideran una aventura placentera y excitante, pero cuando llega el matrimonio ¡la llama se apaga!
Por esto decidimos hacer una lista de las cosas que lo hacen mejor y peor después de dar este gran paso, chécalas.
Antes
Los encuentros son espontáneos, lo que ayuda a que las ganas de estar con el otro sean aún mayores cuando suceda el momento.
La creatividad está al máximo, pues les excita pensar que no sólo va a darse encerrados en su cuarto ya que pueden buscar lugares públicos u HOTELES para llevarlo a cabo.
En caso de vivir separados, tendrán más tiempo para extrañarse y cuando se vean no sólo sentirán excitación si no una necesidad de cercanía más grande.
El hecho de que no estén atados legalmente los hace sentir más libres y relajados, así que el sexo se da con mayor fluidez.
Apenas empiezan a conocerse, así que querrán experimentar de todo, lo que los hará disfrutar al máximo cada encuentro.
Después
Compartir tantos aspectos de tu vida no es nada fácil, así que tendrán roces más seguido y las probabilidades de una noche de pasión pueden convertirse en un ¡hoy duermes en la sala!
¡Aguas con la rutina! Ahora que lo tienes todas las noches, comenzarán a hacerlo de manera cotidiana, las mismas posees, el mismo tiempo, lo que le robará aquella magia a ese momento.
«Por obligación», va a llegar un momento en el que se sientan comprometidos a hacerlo, lo cual no permitirá que sientan la misma emoción de antes y los orgasmos ya no serán tan esperados como antes.
Que comience el estrés. ¿Y cuándo comienza? Con los hijos, así que si están en pleno acto, que no les sorprenda escuchar un llanto en la habitación de a lado o que alguien toque su puerta porque tiene hambre, arruinando el momento.
Fuente: Veintitantos