EFE
Corea del Sur declaró que la llegada de un submarino estadounidense es «una respuesta defensiva legítima» ante las pruebas de armas norcoreanas y al mismo tiempo advirtió a Pionyang sobre su lenguaje amenazante.
Corea del Sur afirmó este jueves que la llegada de un submarino estadounidense con capacidad para ataques atómicos y las reuniones del Consejo de Consulta Nuclear (NCG) son “una respuesta defensiva legítima” ante las pruebas de armas norcoreanas y al mismo tiempo advirtió a Pionyang sobre su lenguaje amenazante.
El mensaje de Seúl llega después de que el jueves el ministro de Defensa norcoreano, Kang Sun-nam, publicara un comunicado asegurando que la llegada del submarino USS Kentucky es “una amenaza nuclear directa” y que el NCG debatió “planes para usar armas nucleares” contra Corea del Norte.
“Corea del Norte tergiversó y criticó el propósito de la reunión del NCG celebrada entre la República de Corea (nombre oficial del Sur) y EE.UU. y la llegada del submarino nuclear estratégico (SSBN) de los EE.UU.”, replicó hoy el Ministerio de Defensa Nacional surcoreano.
Corea del Sur y lenguaje amenazante de Pionyang
Ambos elementos “no suponen un complot para usar armas nucleares o una amenaza nuclear contra Corea del Norte”, asegura el texto, que afirma que son “una respuesta defensiva legítima de la alianza contra las continuas amenazas nucleares y de misiles de Corea del Norte”.
El envío del USS Kentucky y la creación del NCG responden a la declaración firmada en abril entre EE.UU. y Corea del Sur, por la cual Washington se compromete a reforzar la llamada “disuasión extendida”.
El NCG en concreto es un mecanismo para coordinar respuestas estadounidenses a posibles ataques de Corea del Norte, incluyendo la opción nuclear.
Además, Corea del Sur insistió “enfáticamente en que el régimen de Corea del Norte enfrentará su fin” si se produce “cualquier ataque nuclear contra la alianza entre la República de Corea y los EE.UU.”.
Tras el fracaso de las negociaciones sobre desnuclearización de 2019, la tensión ha vuelto a dispararse en la península coreana, con Pionyang rechazando cualquier oferta de diálogo y realizando un número récord de pruebas de misile.
Mientras, Seúl y Washington retomando sus grandes maniobras conjuntas y desplegando periódicamente activos estratégicos estadounidenses en la región.
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