Has escuchado que alguien dice esto o ¿tú lo has pensado? Pues tranquilízate porque en realidad, muy probablemente, se trató de una parálisis del sueño.
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Es como el síndrome del enclaustramiento, la persona se siente atrapada en su propio cuerpo. Puedes abrir los ojos pero no eres capaz de emitir sonido ni mover músculo alguno, lo que te genera una considerable sensación de angustia y de temor.
Podríamos decir que es el limbo entre el sueño y la vigilia, en esta etapa la persona suele padecer alucinaciones auditivas y visuales.
Es parte del mecanismo de seguridad que activa nuestro cerebro durante la fase REM, que impide que representemos los sueños y nos lesionemos de forma involuntaria.
Es ocasionada por experimentar altos niveles de estrés, cansancio y jet lag, cuando se alcanza la fase profunda del sueño con demasiada rapidez (antes de las primeras dos horas) y si se acostumbra a dormir boca arriba.
Se presenta de forma periódica en pacientes que sufren ansiedad, trastorno bipolar, depresión y trastorno de estrés postraumático.
Como explica Muy Interesante, los ataques a menudo implican sensaciones de terror, ira y de muerte inminente, ya que las alucinaciones suelen ser de carácter siniestro y malévolo. Lo más común es sentir un ser grotesco que se sienta sobre el pecho y oprime la respiración.
Pero no hay riesgo, nada es real. La parálisis cesa con el gran esfuerzo por incorporarse o por el contacto con otra persona. Y si no quieres volver a ser presa del terror lo mejor sería levantarse y moverse.
Fuente: PC