Es un verdadero espectáculo ver cómo personeros del gobierno chavista se atreven a acusar de corruptos a los que estuvieron a su lado por muchos años; como si fueran inocentes corderitos limpios de toda culpa, ahora señalan al otrora superpoderoso Rafael Ramírez de haber creado una red para llevarse 4.850 millones de dólares de Pdvsa.
El ministro y presidente de Petróleos de Venezuela hasta 2013 fue fiel seguidor de Hugo Chávez, casi su mano derecha. Manejó los recursos que entraron durante años a las arcas de la petrolera estatal y que sirvieron para que hicieran no pocos negocios turbios, como relató en su momento Leamsy Salazar. Pero mientras vivió el comandante fue intocable.
Pero era obvio que estorbaba a los intereses de unos cuantos. A la muerte de Chávez lo enviaron lejos de la caja sin fondo en la que habían convertido Petróleos de Venezuela, a Nueva York, como embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas. Se atrevió a hacer algo que les pareció imperdonable: criticar a Nicolás Maduro. Desde ese momento perdió los favores del heredero. Fue destituido de su cargo en 2017 y comenzó una carrera de oposición en contra del ala madurista. ¡Cuántos secretos no sabrá! Más de uno debe estar preocupado.
Ahora resulta que Tarek el Aissami, que ocupa más o menos el mismo cargo de Ramírez pero bajo el mandato de Maduro, se dio cuenta de que su predecesor sacó dinero de Pdvsa para supuestamente pagar un préstamo. La estatal no recibió nunca el dinero pero las cuotas se pagaron religiosamente y fueron a parar a unos bancos en San Vicente y Panamá.
Entre El Aissami y el fiscal general, Tareck William Saab, prepararon una acusación por supuestamente ser el autor material e intelectual de este desfalco y emitieron una orden internacional de captura en su contra. Ya habían intentado la extradición desde Italia en 2020 por “peculado doloso propio, evasión de procedimiento licitatorio y asociación para delinquir”, pero la justicia italiana no lo aprobó.
Ramírez asegura que tiene mucho que decir, por ejemplo, cómo fue el mecanismo mediante el cual los hijos de la primera combatiente sacaron dinero de la petrolera. Debe tener muchos documentos y pruebas no solo de estos parientes cercanos a Miraflores, sino de muchos otros compañeros con los que compartió durante el gobierno de Chávez.
Los que lo acusan parecen no advertir que el que tiene rabo de paja no se acerca a la candela. Y cuando Ramírez afirma que está dispuesto a lanzar su candidatura para sacar a Maduro de la presidencia, el asunto pareciera quedar en una simple pelea por el poder. Esto evidencia que las apetencias y los intereses propios no solo son defecto de los opositores.
Si esto resulta así, y la carrera por una candidatura entre los chavistas se concreta, será mucho lo que se dirán unos a otros y entonces es posible que los venezolanos se enteren de la magnitud de la corrupción que se ha escondido durante más de 20 años. Serán otros los que disfruten entonces su dulce de lechosa.
Editorial de El Nacional