Se desborda la fe: Maracaibo celebra los 316 años de la renovación de la Virgen de Chiquinquirá

Se desborda la fe: Maracaibo celebra los 316 años de la renovación de la Virgen de Chiquinquirá

Este martes, 18 de noviembre, los zulianos se unen con gaitas en cada esquina y compartires, unidos por una energía que mezcla lo sagrado con lo cultural, para rendirle homenaje a su patrona

Este martes, el estado Zulia amanece vestido de fiesta y oración. Maracaibo, bajo el sol y la gaita, conmemora los 316 años del milagro de la renovación de su patrona, la Virgen de Chiquinquirá, cariñosamente venerada como «La Chinita».

El 18 de noviembre no es una fecha cualquiera en esta región; el Día de la Virgen de Chiquinquirá es sinónimo de identidad, música y una profunda devoción mariana. Desde la madrugada, la feligresía se ha congregado en la Basílica para la misa solemne, posando su mirada con esperanza y gratitud hacia la Virgen Morena, en una celebración que marca oficialmente el inicio de la Navidad en la región.
La jornada transcurre entre la liturgia y la celebración popular: gaitas en cada esquina y familias que comparten comidas típicas como las hallacas, el pan de jamón y los dulces de lechosa, unidos por una energía que mezcla lo sagrado con lo cultural.
Una historia de fe que data de 1709

La devoción que hoy inunda las calles tiene su origen hace más de tres siglos. La tradición se remonta al año 1709, cuando en las orillas del Lago de Maracaibo, una humilde lavandera, identificada como María Cárdenas, acababa de lavar su ropa y repentinamente vio flotando una tablita de madera fina, la cual recogió pensando en que le podría ser útil para tapar la tinaja de agua que tenía en su casa.
A la mañana siguiente, cuando estaba colando el café, la mujer escuchó unos golpes como si alguien estuviera llamando. Fue a ver lo que sucedía y quedó sobrecogida de asombro al ver que la tablita brillaba y que aparecía en ella, la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. La mujer comenzó a gritar «¡Milagro!, ¡Milagro!», y salió corriendo a contarle el suceso a sus vecinos.
Luego de lo sucedido, numerosas personas acudieron a presenciar el prodigio, convirtiéndose por esto la casa de la humilde mujer en un lugar de veneración de la Virgen por parte de múltiples creyentes.
El peso de la voluntad divina
Al tiempo de lo acontecido en casa de la humilde lavandera, las autoridades de Maracaibo decidieron realizar una procesión en honor de la Chinita. Cuenta la leyenda, que la Virgen era llevada en hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador, cuando al doblar una esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió seguir moviéndola. Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y súplicas a la Virgen, uno de los presentes exclamó: «Tal vez la Virgen no quiera ir a la Iglesia Matriz y prefiera la de San Juan de Dios».
Según la tradición popular, estas palabras se tomaron como una inspiración divina, ya que, la procesión cambió su rumbo hacia la iglesia de la gente humilde de Maracaibo y la imagen recuperó su peso normal.
La tabla milagrosa fue llevada entonces a la iglesia parroquial, que más tarde se convertiría en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

La tabla milagrosa


La pequeña tabla de madera mide apenas 26 x 25 centímetros, y sigue conservándose en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Allí permanece, protegida y venerada por miles de fieles que visitan su santuario cada año.
Devoción de todo un pueblo
En la localidad, la presencia de la Virgen Morena forma parte de la vida cotidiana de muchas familias. Su imagen aparece en altares que acompañan plegarias, agradecimientos y recuerdos que se transmiten entre generaciones.
La tradición se sostiene en historias que revelan la manera en que los devotos encuentran en la Chinita una guía emocional y espiritual.
Hoy, 316 años después, la «Virgen Milagrosa» sigue siendo el refugio espiritual de los zulianos, quienes le atribuyen incontables favores y mantienen viva una tradición que se transmite de generación en generación.

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