En 1984 James Cameron presentó una película pequeña en presupuesto, pero impactante y violenta. Se trataba de Terminator, la historia de un robot indestructible (T-800). El androide viajaba al pasado para matar a una joven y así evitar que diera a luz a quien sería el líder de la resistencia en una guerra entre humanos y máquinas que ocurría en el futuro.
La trama encantó y encumbró la carrera de Arnold Schwarzenegger, a la vez que dio luz verde para que Cameron desarrollará una nueva historia con presupuesto superior. Así se gestó Terminator 2: el día juicio final, que llegó un 3 de julio de 1991 con una experiencia visual impactante y un villano inolvidable.
En la historia, Schwarzenegger cambia de bando y ahora quiere proteger a un adolescente, que ya sabe el destino que le espera, de un nuevo modelo de sicario cibernético, conocido como el T-1000, que tratará de aniquilarlo.
Con más acción y en un tono menos sombrío que su predecesora, esta cinta se convirtió en un éxito de taquilla en todo el mundo. Para su tiempo, fue una de las más caras, con un presupuesto de 100 millones de dólares. El dinero se gastó en los impresionantes efectos visuales del filme. La nueva tecnología se aprovechó y se abrió el camino a un cambio de estética para el cine en los siguientes años.
Todo pareció funcionar con este proyecto: fue alabada, tenía protagonistas más sólidos y la banda sonora contó con Guns N’ Roses. La banda aportó la potente canción «You Could Be Mine», que ayudó a amplificar el éxito de la cinta entre el público más joven.
Ahora, con 30 años encima, Terminator 2 ha madurado bien en un cine de presente de efectos digitales impresionantes y superhéroes poderosos. De hecho, sigue siendo un referente para nuevos proyectos de ciencia ficción. Hay una generación adulta que no puede olvidar la pegajosa frase:»Hasta la vista, baby».
Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
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