El aumento de precios en el pasado mes de mayo fue de 6,1%, casi un 50% superior al del mes de abril y 4 veces el del mismo mes del año pasado. Estas cifras oficiales del Banco Central de Venezuela confirman una aceleración de la inflación que comenzó en noviembre de 2012 y sólo tuvo un bache en febrero. Significan además un salto cualitativo, según dicen los aficionados a la dialéctica marxista, en cuanto generan una situación sustancialmente diferente. El deterioro de la capacidad adquisitiva de los hogares ha llegado a un límite y se ha empeorado desde que Nicolás Maduro accedió a la presidencia.
Triplicar la inflación mensual promedio de aproximadamente 2% de los últimos años nos lleva a la transformación de lo que los economistas llaman una inflación crónica a lo que denominan una inflación acelerada. Antes teníamos un aumento de precios anual de alrededor de 20%, muy difícil de rebajar, y ahora nos dirigimos a incrementos anuales que pudieran ser de 40% o aun mayores. Esto es, una nueva cota para la pérdida del poder de compra de la población.
Una de las más graves revelaciones de las cifras presentadas por el Banco Central de Venezuela es que mientras 12 de los 13 rubros analizados registran aumentos de los precios por debajo del promedio general, en alimentos y bebidas no alcohólicas (el que más afecta a la población de menores recursos), el alza de precios mensual alcanzó la cifra estratosférica de 10%.
Lo anterior significa que si se repite la inflación mensual de 6% durante 12 meses, tendríamos una alza de precios anual de 100%. Pero si se repite la alcanzada en alimentos y bebidas no alcohólicas se llegaría en ese rubro, que representa la mitad del consumo de los pobres, a cifras astronómicas.
El análisis oficial atribuye la debacle inflacionaria de mayo a causas pasajeras, como la reciente devaluación y los aumentos de salarios, además de las carencias en el abastecimiento. Pero, aparte de que es previsible otra(s) devaluación(es), el impacto inflacionario de los nuevos salarios y condiciones de trabajo de la LOTT se sentirá a plenitud en los próximos meses, así como los nuevos aumentos de los precios del transporte y la autorización de incrementos en los precios regulados que habían sido congelados desde hace dos o tres años.
De manera que cada alza de los precios crea una nueva y se produce lo que los economistas llaman un aumento incremental (o espiral) de la presión inflacionaria. Lo que en palabras llanas quiere decir que vamos de mal en peor.
El salto cualitativo significa que se avanza desde una situación difícil hacia una insostenible, desde una al fin de cuentas tolerada, hacia una intolerable. Y eso pudiera crear una fuerte reacción popular. Sin contar con el problema adicional del desabastecimiento que, según las cifras oficiales, se mantiene en los peligrosos niveles registrados en los últimos meses.
Editorial de El Nacional