El salario mínimo en Venezuela tras la macrodevaluación experimentada por el bolívar en los dos últimos meses equivale a 9 dólares: seis veces menor que el de Haití, que es el país que nos antecede en la cola del ranking de salarios mínimos continentales. La «revolución bolivariana», que pregona un «arreglo» de lentejuelas, mató el bolívar.
Una moneda que los venezolanos no quieren porque se la tragó la inflación que ya pasó del 100% y aún no acaba el año.
El aumento decretado en marzo pasado que elevó el salario mínimo ―que reciben centenares de miles de trabajadores de la administración pública y varios millones de pensionados― de 7 bolívares (1,6 dólares) a 126 bolívares (29 dólares) se volvió polvo con el transcurso de los meses.
Este es el ranking de salarios mínimos (en dólares) en América Latina, donde Venezuela sigue ocupando el último lugar con diferencia:
Costa Rica: 559 dólares
Uruguay: 498 dólares
Chile: 466 dólares
Ecuador: 425 dólares
Guatemala: 396 dólares
El Salvador: 365 dólares
Argentina: 361 dólares
Paraguay: 355 dólares
Honduras: 300 dólares
Panamá: 290 dólares
México: 268 dólares
Perú: 267 dólares
Panamá: 290 dólares
Brasil: 229 dólares
Colombia: 210 dólares
República Dominicana: 209 dólares
Nicaragua: 129 dólares
Cuba: 79 dólares
Haití: 53 dólares
Venezuela: 9 dólares
Los tres gobiernos que se declaran revolucionarios ―junto con la siempre empobrecida y dolida Haití― ocupan los últimos puestos de esta lista tras décadas de destrucción del aparato productivo, desincentivo a la inversión, control asfixiante del aparato estatal y la privación de las libertades. Un modelo aplicado a rajatabla con funestos resultados.
Solo el fanatismo revolucionario, y la ceguera intencionada y nada inocente de los aliados internacionales, pueden seguir defendiendo este estado de cosas, porque escapa a toda lógica que un país como Venezuela que recibió más de 1 billón de dólares por exportaciones petroleras entre 2009 y 2017 se encuentre en una situación tan calamitosa.
José Guerra, del Observatorio Venezolano de Finanzas, sostiene que la devaluación del signo monetario es incontenible y apunta tres razones: el BCV carece de reservas porque no hubo ahorro, pero sí dilapidación de las divisas petroleras; aumenta la preferencia por los dólares en lugar de los bolívares no solo por comerciantes y empresarios sino por la gente del común que se las apaña para proteger sus menguados recursos; y no hay ni un programa ni un equipo preparado para recuperar y encaminar la economía.
La política económica es de artificio. Ningún país se desarrolla creando tan solo restaurantes, a los que concurre quizás el 10% de la población y como abren las puertas, las cierran. Porque no hay bolsillos para pagar la entrada a esa fiesta. Lo que existe es penuria y hambre. También, como rezan las bienaventuranzas, “hambre y sed de justicia”.
Editorial de El Nacional