“Los venezolanos estamos peor que hace un año”, es la frase que casi al unísono pronuncian Janeth Frías, madre del universitario asesinado Bassil Da Costa; y una de las líderes del movimiento estudiantil opositor al gobierno nacional, Sairam Rivas.
Para ambas, se profundizaron las causas de las protestas de calle -que se iniciaron a finales de enero de 2014, se intensificaron a partir del 12 de febrero y se extendieron durante cuatro meses aproximadamente, por todo el país-, , pues a la inseguridad ciudadana y la acusada represión policial contra estudiantes se sumaron la escasez de alimentos y medicinas, así como la alta inflación que hoy sufren los venezolanos.
“Mi hijo (Bassil Da Costa) salió a protestar ese día que me lo mataron (12 de febrero de 2014) porque yo fui víctima de la escasez de medicamentos. Iban a someterme a una histerectomía total, pero me suspendían la operación porque no había medicinas. Bassil murió viendo a su madre con un fuerte dolor a diario (…) Luego pude operarme, pero la situación del país está peor ahora”, sostuvo Frías.
El 12 de febrero, Da Costa, de 24 años y estudiante de Mercadeo en la Universidad Alejandro de Humboldt, y Juan Montoya, de 53 y miembro del colectivo Leonardo José Pirela de la parroquia 23 de Enero, murieron por disparos en la cabeza el 12 de febrero del año pasado, presuntamente efectuados por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), esto, luego de una manifestación frente a la sede del Ministerio Público , en Parque Carabobo (centro de Caracas).
Nuevas protestas
Rivas recuerda que las protestas juveniles comenzaron por la inseguridad en las universidades y continuaron por la represión del Gobierno a estudiantes de la Humboldt, la Universidad Central de Venezuela (UCV) y en el Táchira, lo que a su vez generó descontento en la sociedad civil. “Hoy el malestar empeoró y está causando una mayor expectativa de cambio político”.
La también presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela de Trabajo Social y aspirante a dirigir la FCU- UCV, aseveró que los problemas del país hace un año “no son nada” comparados con los que tendrá que enfrentar durante 2015. Lamentó que la respuesta del Ejecutivo ante el descontento por las colas para comprar comida, sea colocar efectivos de la Guardia y la Policía Nacional en los comercios.
Desde finales del año pasado e inicios de 2015, las protestas han intentado reactivarse. Un grupo de jóvenes despidió el año pasado encadenado en la plaza Francia de Altamira, por la libertad de los llamados presos políticos.
La primera quincena del año arrancó con 18 arrestos por manifestaciones e intentos de saqueo durante las colas para adquirir productos de la cesta básica.
Este 19 de enero, tres jóvenes encadenados en la sede del Pnud, desde hace 11 días en Los Palos Grandes, iniciaron una huelga de sangre y dicen que la mantendrán hasta que los detenidos por protestar salgan de la cárcel.
Rivas aseguró que se trabaja por la reactivación del movimiento estudiantil. Pidió a la dirigencia opositora anteponer los problemas de los venezolanos a sus intereses electorales y no aceptar un diálogo con el Gobierno mientras insista en reprimir.
La madre de Bassil Da Costa igualmente hizo un llamado para que el descontento por la crisis económica se manifieste por medios pacíficos.
Pero el diputado de la Asamblea Nacional (AN), Carlos Sierra (Psuv), cree que así como el pueblo “aguantó” meses con “guarimbas” y no se dejó arrastrar por lo que, aseguró, eran planes golpistas de radicales de derecha, también resistirá los embates de una guerra económica que solo busca la caída del Gobierno. Esto, recalcó, gracias a la conciencia política promovida por el ex jefe de Estado, Hugo Chávez.
“Intentan reactivar las guarimbas pero nosotros seguimos en la vanguardia. Estamos preparados político, electoral y militarmente, bajo los parámetros de la Constitución. No permitiremos que la derecha desate la violencia de nuevo (…) Llamamos a confiar en las medidas que adopte el presidente Maduro”, dijo.
Organización
Los primeros meses de 2014, en el este de Caracas, al igual que en algunas zonas de Mérida (Mérida), Valencia (Carabobo), Barquisimeto (Lara), Maracaibo (Zulia), San Cristóbal (Táchira) y Puerto Ordaz (Bolívar), hubo a diario barricadas y enfrentamientos entre manifestantes que exigían la salida del Gobierno y los cuerpos de seguridad.
Otros jóvenes optaron por la instalación de campamentos al este de la ciudad, avenida Francisco de Miranda (Chacao), El Cafetal, plaza Alfredo Sadel, sede de la ONU de las Mercedes y otros puntos del país como medida de protesta. La Fiscalía contabilizó 43 muertes en todo el país durante manifestaciones.
Rivas, quien estuvo presa 132 días en los calabozos del Sebin en El Helicoide (suroeste capitalino) tras ser detenida en un campamento estudiantil, lamentó que la represión del Ejecutivo y no la solución de los problemas dieran al traste con la fuerza de las protestas del año pasado.
Bajo libertad condicional y con juicio abierto, cree que los actos de violencia fueron un error y que la forma más adecuada de canalizar el descontento actual es la organización en las comunidades a través de las asambleas populares en cada parroquia, donde se discuta un proyecto de sociedad alternativo al actual.
Acciones relámpago
El dirigente estudiantil de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Pedro Luis Contreras, informó que el movimiento continúa definiendo las estrategias para el desarrollo de las protestas.
Explicó que la agenda de manifestaciones no será develada por razones de seguridad, sin embargo, aseguró que los estudiantes mantendrán las llamadas “acciones relámpago”.
“Ahorita nuestra agenda es la acción relámpago, como es el caso de la protesta que se produjo en días pasados en las afueras del Ministerio Público. Nuestra agenda es pacífica, nosotros no queremos provocar a los organismos de seguridad ni producir más enfrentamientos”, subrayó.
Contreras afirmó que en este momento el movimiento estudiantil tiene tres objetivos: las elecciones parlamentarias, las reivindicaciones sociales y económicas de la población ante los problemas de escasez e inseguridad y el trabajo comunitario con los sectores populares.
Deisy Martínez
EL TIEMPO