Rumpelstiltskin. ¿Serías capaz de deletrear su nombre? Es tarea casi imposible. Y es ahí, de hecho, donde se encuentra la peculiar magia de este cuento, en el extrañísimo nombre de este enano algo malvado que busca siempre su propio beneficio y que otros tienen la tarea de adivinar.
Si sueles seguir la conocida serie “Once Upon a time” (Érase una vez), es probable que asocies el nombre de Rumpelstiltskin con el siempre estupendo actor Robert Carlyle, encarnando el papel de este ser oscuro que suele jugar muy bien sus cartas en ambos bandos, tanto en el del bien como en el del mal.
De hecho, analizando un poco la estela de este personaje clásico de la literatura infantil, no podemos clasificar a Rumpelstiltskin como un villlano a la altura de esas brujas malvadas de Hansel y Gretel o incluso de Blancanieves. Nuestro pequeño enano es el clásico ejemplo del personaje sabio e ingenioso que busca siempre su propio interés, estableciendo acuerdos mediante los cuales obtener un buen beneficio.
Pero ahondemos hoy en esta clásica figura del folklore europeo…
Rumpelstiltskin, recordando el cuento clásico
¿Recuerdas cuál es la historia de Rumpelstiltskin? No es tan conocida ni dispone de esa áurea casi perfecta de relatos como los de la Cenicienta, Blancanieves o la Sirenita. En este caso, la princesa del cuento queda casi en un segundo plano para dar relevancia al villano de la historia.
Aquí no hay príncipe, aquí no hay historia de amor. En el cuento de Rumpelstiltskin, solo se destila una palabra: codicia. Pero veámoslo con detalle. El cuento empieza con un pobre molinero algo orgulloso y con la lengua demasiado larga. Tal es su charlatanería, que un día, cuando el rey visita su molino, no tienen otra ocurrencia más que decir, que su hija es capaz de transformar la paja en oro.
¿Y cuál es la reacción del soberano? Llevarse a la joven para realizar la prueba en su palacio. La encierra en una habitación y le ofrece una rueca y un carrete, pidiéndole que transforme toda la paja de esa habitación enoro. La pobre muchacha, viéndose sola, no puede más que llorar y llorar lamentando la estupidez de su propio padre.
Hasta que, de pronto, aparece un pequeño ser ante ella. Un enano inquieto y de rostro irónico que intrigado, le pregunta a la joven cuál es el motivo de su tristeza. La chica le explica entonces todo lo ocurrido. “No hay problema”, le responde el enano. Yo convertiré toda esta paja en oro, a cambio de que tú me des un regalo: el collar que llevas al cuello. La joven, agradecida, accede.
Al día siguiente el rey, sorprendido, parece no tener suficiente con aquella muestra espectacular, con lo cual, la confina en una nueva habitación aún más grande, diciéndole que si convierte todo aquello en oro, le perdonará la vida. ¿Qué ocurre entonces? Que una vez más aparece aquel extraño enano mágico que accede, de nuevo, a convertir la paja en oro a cambio de otro regalo. La joven hija del molinero le ofrece lo único de valor que posee: su anillo.
¿Pero tuvo el rey suficiente con esa nueva habitación llena de oro? En absoluto. Esta vez, le ofrece un salón inmenso lleno de paja y una interesante propuesta: si la convierte en oro, la hará su esposa. La muchacha, una vez sola, requiere la ayuda del enano. Pero éste le pide en dicha ocasión un obsequio aún más elevado: si convierte aquella paja en oro y contrae matrimonio con el rey, él, a cambio, se quedará con su primer hijo. ¿Existe quizá algún modo de evitar que aquello ocurra? Desde luego, el único modo en que no se llevará a su hijo, será si la joven logra averiguar cuál es su nombre. El nombre de ese enano saltarín y mágico.
La joven, accede. Y, evidentemente, todo transcurre de aquel modo. Se celebra una boda y al cabo de nueve meses la muchacha da a luz a un varón. Sabe que aquel enano no tardará en llegar y en llevarse de la cuna a esa criatura que tanto adora. ¿Qué es lo que hace la muchacha? Enviar a soldados por todo el reino para que logren averiguar cuál es el nombre de ese ser oscuro y mágico.
Y, efectivamente, lo encuentran. Nuestro ser oscuro es algo juguetón y por las noches, gusta de cantar y bailar alrededor de una hoguera. En medio de sus frenéticos canturreos, no deja de pronunciar una y otra vez un nombre. Un nombre extraño y muy sonoro…
Al día siguiente, la hija del molinero, convertida en reina, recibe la visita del enano con su hijo en brazos. Parece desafiante, ante lo cual, el enano se extraña pero se acerca igualmente para preguntarle si se atreve a adivinar cuál es su nombre. La joven evoca entonces una palabra en voz alta: Rumpelstiltskin.
Segundos después, el enano mágico, humillado, da una patada en el suelo y desaparece hundiendo su cuerpo en el suelo.
Curiosidades sobre el personaje de Rumpelstiltskin
- Este cuento no ha sufrido variación alguna, los hermanos Grimm lo recogieron en 1812 en su obra “Cuentos para la infancia y el hogar·, y a día de hoy, lo conservamos en su esencia más pura, la auténtica. Su origen es alemán, una historia clásica germana titulada “Rumpelstilzchen”.
- El nombre de Rumpelstiltskin, proviene del término “Rumpelstilz“, que significa duende maligno. Una raíz muy similar a la de Polstergeist. “Rumpeln”, se refiere al acto de hacer ruidos, de sacudir, de dar patadas, o dar golpes debajo de la mesa.
- El sufijo final de Rumpelstilzchen, (chen) se utiliza para construir el diminutivo, para dar referencia del pequeño tamaño de este duende.
- Históricamente, se considera a Rumpelstiltskin como el clásico demonio que establece tratos con aquellas personas más avariciosas que ansían conseguir cosas imposibles en su propio beneficio. El enano oscuro siempre quiere ganar algo a cambio de dicho acuerdo. Pero la verdad es que pocas veces acaba saliendo triunfante.
- Este cuento también es el clásico ejemplo en el que se utiliza un nombre mágico para invocar o para hacer desaparecer a la entidad maligna. Un ejemplo tradicional de como la palabra conlleva a su vez un gran poder.
- En este caso, pronunciar la palabra “Rumpelstiltskin” hace que el embrujo, la maldición o el trato se rompa liberando a la víctima del acuerdo. De algún modo nos hace recordar también a ese clásico ejemplo que tenemos en el mundo del cine. ¿Recuerdas la película Beetlejuice? Los protagonistas debían pronunciar tres veces su nombre para sellar un acuerdo o para invocarlo.
Fuente: Supercurioso.com