La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, y su homólogo de Colombia, Juan Manuel Santos, señalaron a Nicolás Maduro la conveniencia de aceptar un recuento de todos los votos emitidos en las elecciones presidenciales del 14 de abril en consonancia con la petición de auditoría solicitada por el líder de la oposición, Henrique Capriles Radonski.
La sugerencia se produjo en la reunión extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de Unasur realizada en Lima la noche del jueves 18 de abril, en la cual se aprobó una declaración en la que se reconoce a Maduro como ganador de los comicios pero también se establece que todo reclamo sobre el proceso electoral se canalice y resuelva dentro del ordenamiento jurídico vigente; y, además, se “toma nota positiva de la decisión del Consejo Nacional Electoral de implementar una metodología que permita la auditoría del total de las mesas electorales”.
De acuerdo con una información publicada por el periodista Clovis Rossi en el diario Folha de Sao Paulo, en ese encuentro Rousseff habría recomendado a Maduro que sería muy conveniente que estableciera un diálogo con sectores de la oposición y de la empresa privada ante la evidente división del país en dos mitades.
La auditoría ayudaría a evitar desconfianzas en un país polarizado, según fuentes diplomáticas brasileñas citadas por Rossi que habrían asegurado que en ese entonces no hubo ninguna resistencia de Maduro ante el recuento.
Para Rousseff la auditoría electoral es un primer paso de aproximación. El diálogo con la oposición sería una manera de facilitar al nuevo gobierno el hacerle frente a las enormes dificultades económicas que Maduro debe afrontar como el desabastecimiento, el déficit público, los apagones o la inflación. Un consejo similar al que, según Rossi, habría ofrecido Lula da Silva antes de las elecciones.
Dudas. A pesar de que Maduro mostró su mejor cara y su lado diplomático los brasileños aún tienen dudas del camino que seguirá.
Los funcionarios señalaron que el dirigente tiene “mucho amor para dar”, y que el nombramiento de Calixto Ortega como encargado de negocios con Estados Unidos o el llamado a sectores empresariales venezolanos a trabajar juntos es positivo. Pero, ellos mismos explicaron las palabras no bastan y que la militarización del sector eléctrico o las amenazas de una de sus ministras con meter preso al líder opositor son actos que contradicen el discurso de negociación esperado. El artículo concluye señalando que falta determinar cuanto “amor” tiene Maduro para dar y sobre todo, si quiere darlo.
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