Mientras los “bachaqueros” se burlan de la medida de prohibición de pernoctar cerca de los supermercados, ubicándose en las adyacencias, las amas de casa y madres madrugan para lograr acceder a los productos controlados. Con hijos en brazos se enfrentan por ser las primeras. Mostrar la partida de nacimiento no es garantía de comprar pañales. Dependen de la disponibilidad de inventarios en tiendas y la cantidad de personas que forman la cola. Más posibilidades pueden tener en alimentos.
Carol Jaramillo, madre y ama de casa, lamenta las “peleas que se forman con los ‘bachaqueros’ y los colaos” ante la ambición del productos. Más le molesta que los guardias nacionales tengan tratos discriminatorios. Y digan “no pueden ‘bachaquear’ con los hijos”, sin saber que “no tengo con quien dejar a la bebé”.
Pretender abastecerse en las bodegas del barrio Virgen del Carmen, en Ildefonso Vázquez, resulta más costoso. “Un pañal cuesta 50 bolívares. Si no hay por ninguna parte son 70”, precisa. El golpe al bolsillo toca al comprarles a los buhoneros del casco central de Maracaibo. “Un paquete de 20 cuesta mil 500 bolívares y los que traen más de 40, pasan los dos mil bolívares”.
El plan de funcionamiento de captahuellas se implantó para frenar a “revendedores, contrabandistas y ‘bachaqueros’”. La presentación de la cédula de identidad, laminada y vigente, y la partida de nacimiento se exige en los establecimientos. La Guardia Nacional, Policía Nacional y el CPBEZ recibieron órdenes de verificar la documentación. Con la participación del Saime se reforzó el control de identidad.
En las colas no solo se forman mujeres con niños. Embarazadas se atreven a soportar empujones, calor, sol, gritos y golpes. “Se pelean porque la gente más viva (abusadora) quiere entrar primero y una que sí necesita los pañales no los compra”, critica Jaramillo, en medio de una multitud ansiosa por llegar a la puerta de un supermercado ubicado en San Jacinto.
Para evitar las escaramuzas, los militares ordenaron la formación por grupos. Una misma cola con grupos de 50 personas y más de 50 metros de distancias entre cada uno. El último lote llegó a la estación de servicio de gasolina, que también tenía colas de vehículos para abastecerse de combustible. “Hasta allá me mandó el militar”, reprocha la madre soltera.
33 tiendas de cuatro cadenas de supermercados privados tienen mayor presencia en la ciudad.
Por Yasmín Ojeda
laverdad.com
Fotos: Leonardo Ferrer