Rohani llega a la presidencia de Irán con ánimos reformistas

Rohani llega a la presidencia de Irán con ánimos reformistas

El reformismo vuelve a la presidencia de Irán tras ocho años de ultraconservadurismo liderados por Mahmoud Ahmadineyad y marcados por la crisis nuclear. El clérigo Hasán Rohani, de 64 años, fue ratificado en el cargo por el líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, en una ceremonia televisada en directo previa a la toma de posesión dominical ante el Parlamento, a la que han sido invitados dirigentes de todo el mundo. Mi Gobierno «tomará importantes decisiones para elevar la posición de Irán en base a los intereses nacionales y levantar las sanciones injustas» impuestas al país, declaró el nuevo presidente en su primer discurso como nuevo mandatario del país en un acto presidido por Jamenei para quien la alta participación en las elecciones del 14 de junio supone un mensaje claro a todo el mundo «de lealtad a la revolución, de confianza en el régimen de la República Islámica».

 

El cambio en Irán supone también el retorno de un clérigo al poder tras la victoria arrolladora de un Rohani que obtuvo 18 millones votos, lo que equivale casi al 50,7% del total, que le permitieron no tener que recurrir a una segunda vuelta. Este teólogo de 64 años y ex negociador nuclear fue el artífice del acuerdo con Occidente para congelar la actividad nuclear de Irán en 2003, por lo que era recordado como el «clérigo diplomático».

 

Cuestión de legitimidad

 

Cuando la singular «democracia islámica» iraní parecía en caída libre tras las elecciones de 2009 que desencadenaron una oleada de protestas sin precedentes en la historia de la república islámica el régimen recuperó para la vida política a Rohani y logró llevar a las urnas a un 72% del electorado. Aunque fue una cifra un 13 por ciento inferior a alcanzada según los datos oficiales en la reelección de Ahmadineyad, le sirve como carta de presentación ante la comunidad internacional sobre la legitimidad del sistema 34 años después de su establecimiento. Al igual que para las elecciones, las autoridades iraníes restringieron la entrada de prensa internacional.

 

A Rohani le espera una mesa cargada de problemas a los que hacer frente, pero en los más delicados no tendrá la última palabra porque el poder máximo en Irán está en manos del Líder Supremo, el encargado de dar el visto bueno a su nombramiento antes de pasar ante el Parlamento en el acto celebrado en la mezquita Imán Jomeini, en el complejo donde Jamenei tiene su residencia.

 

Promesas y realidades

 

El nuevo presidente tratará de hacer realidad sus promesas electorales sobre la mejora en la economía de un país maniatado por las sanciones internacionales a su petróleo a causa del programa nuclear, primer asunto al que se refirió en la ceremonia de ratificación. El rial iraní ha estado en caída libre desde el verano pasado llegando a perder un 80% de su valor respecto al dólar, pero cualquier medida para aligerar las sanciones pasa por desenredar las negociaciones nucleares con la comunidad internacional.

 

Una tras otra, las cumbres negociadoras de los últimos años han terminado sin acuerdo. Occidente interpreta esta cerrazón iraní como una forma de ganar tiempo para una república islámica que, pese a los castigos, ha logrado avanzar hasta enriquecer uranio al 20% y fabrica las barras de combustible con las que funciona el reactor médico de Teherán, lo que le permite asegurar los tratamientos de radioisótopos que precisan los 800.000 pacientes de cáncer del país. Pero también les acerca al control del proceso para purificar uranio hasta el 90%, lo que le permitiría fabricar bombas atómicas. Durante los debates televisivos entre candidatos Rohani desveló que su forma para acabar con el enredo consiste en «negociaciones reales». Tras lo que enfatizó:«La política exterior debe ponerse en manos de gente con habilidad y experiencia, no gente que no sabe de lo que habla». Unas intenciones que ahora tendrá la oportunidad de llevar a la práctica con el permiso de Jamenei.

 

Fuente: ABC

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