Retórica del poder

Retórica del poder

En los últimos días hemos sido testigos de una serie de movimientos calculados por parte del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, los cuales parecen seguir un guion meticulosamente diseñado para aferrarse al poder en un contexto político cada vez más proclive al cambio. Este libreto no solo revela la estrategia del régimen para enfrentar las presiones internas y externas, sino que también plantea serias preguntas sobre la naturaleza del Estado venezolano.

 

El inicio de este libreto se marca con las declaraciones de Diosdado Cabello, uno de los supuestos pilares del chavismo, quien recientemente denunció atentados contra líderes del oficialismo, de los que acusó, como siempre, a la oposición. Estas acusaciones, que carecen de pruebas concretas y sin alguna investigación, levantan sospechas sobre su veracidad y oportunidad. Este tipo de discurso se ha utilizado con frecuencia en el pasado como táctica para deslegitimar a la oposición y galvanizar el apoyo popular alrededor del régimen en momentos de crisis.

 

Poco después, Nicolás Maduro elevó el tono al denunciar un supuesto “golpe de Estado”, del que tendría pruebas, acusación que ha realizado en múltiples ocasiones ante situaciones de presión política o económica. Este recurso retórico busca pintar al gobierno como víctima de conspiraciones imperialistas, en un intento por justificar medidas represivas y la consolidación de su poder bajo el pretexto de proteger la soberanía nacional.

 

La trama se intensifica con la intervención de Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, quien ha declarado que las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas defenderán la «democracia” durante las elecciones del 28 de julio. Sin embargo, la democracia que Padrino promete defender es descrita como contraria a la de la Constitución, señalándola como “neoliberal”. Término que el gobierno utiliza peyorativamente para referirse a cualquier forma de democracia liberal o a políticas económicas de mercado abiertas. Esta declaración no solo reafirma el papel político que la cúpula de la FANB ha asumido en Venezuela bajo Maduro, sino que también refleja una interpretación muy particular del sistema de partido único. Una que está al servicio del madurismo y que excluye alternativas políticas, como la Plataforma Unitaria Democrática.

 

En conjunto, estos comportamientos no son meras coincidencias, sino parte de una estrategia más amplia que busca mantener el poder a cualquier costo. Las acciones y declaraciones de Maduro, Cabello y Padrino no solamente están diseñadas para reconectar con su base de poder ante la inminente derrota electoral, sino que también buscan enviar un claro mensaje tanto a nivel nacional como internacional. El gobierno está dispuesto a hacer todo lo necesario para permanecer en el poder, incluso si eso significa enfrentar un proceso electoral marcado por el conflicto y la incertidumbre para silenciar a la oposición.

 

Este guion, aunque familiar, es una de las últimas estrategias de Maduro y su equipo para seguir mandando, por lo que es crucial que la comunidad internacional y los actores internos permanezcan vigilantes y críticos ante estos desarrollos. La legitimidad del nuevo gobierno requiere transparencia, pluralismo y la participación de todos los sectores de la sociedad, principios que el oficialismo, a través de sus acciones y retórica, ha decidido ignorar y violar.

 

Editorial de El Nacional

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