Hazlo así:
Acostúmbrate a respirar profundamente. Varias veces al día haz una inhalación corta, rápida y profunda por la nariz. Retén la respiración 2 segundos y exhala lo más lento posible por la nariz; detén la respiración de 3 a 5 segundos e inhala rápidamente otra vez, repitiendo después la exhalación larga. Respirar es una acción placentera, por ello trae muchos beneficios a la salud.
¡Siéntete mejor!
Incrementa la producción de glóbulos rojos, promoviendo una mayor oxigenación y distribución de la sangre por el organismo. Favorece porque ayuda a eliminar las toxinas del cuerpo.
Ejercita y mejora la salud de los pulmones, se fortalecen incrementando su resistencia al realizar esfuerzos, como cuando nos ejercitamos.
Reduce la tensión arterial mejorando la circulación sanguínea, evitando el desarrollo de enfermedades cardíacas.
Mejora el funcionamiento del sistema digestivo, de manera que tu tránsito gastrointestinal no presentará problemas, porque al respirar realizas movimientos similares a un ‘masaje’, que ayudan al diafragma.
Incluso tu piel se rejuvenece porque estás oxigenando tu organismo, incluyendo a los tejidos y las glándulas.
Fuente: Veintitantos