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Réquiem por la MUD

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Réquiem por la MUD

 
Mientras las brujas electorales calientan sus escobas, preparan sus brebajes y sus filtros mágicos para emponzoñar las elecciones tantas veces exigidas y tantas veces desdeñadas, en este lado de la oposición no terminan de entender cómo organizarse con más eficacia y destreza no solo para enfrentar este gobierno que hasta una niñita lo pone en ridículo en un programa de televisión, sino para armar una estrategia de largo aliento que les permita a los opositores ganar terreno y no perderlo haciendo maromas de circo.

 

 

 

Si la oposición logra un gran triunfo electoral como el del 6 de diciembre, anunciado hasta la saciedad por todas las encuestas, pues nuestros estrategas de inmediato se imaginan que acabar con este gobierno chambón es cuestión de coser y cantar. Olvidan que el poder no es asunto de salir a la calle y gritarlo duro para que todo el mundo se entere. “En seis meses estaremos sentados en Miraflores”, como si los deseos preñan. Y tan no es así que hoy van por allí desorientados, buscando una rama de donde agarrarse para que no se los lleve la corriente.

 

 

 

Desde un comienzo se les dijo, desde las tribunas que ocupan los sectores populares, que se tragaran las ambiciones, que dejaran las zancadillas, que se pusieran serios y dejarán la peleadera entre ellos. Desde luego no hicieron caso, se dedicaron a nadar en el mar de votos que habían sacado no por su gracia y donosura, sino porque la gente quería una mezcla de jóvenes y veteranos que convivieran con un solo objetivo: recobrar paso a paso a Venezuela.

 

 

 

Pero no entendieron que una cosa es el ciudadano que vota para cambiar un gobierno nefasto, y otra muy diferente que ellos, los políticos, crean que estamos aplaudiendo su grandeza que, por lo demás, es nada. Con un gobierno pestilente, relleno de vagabunderías y asaltos al tesoro público, con la gente pidiendo ayuda para comer, sin medicinas, con los hospitales en la carraplana, con el hampa superando en número a los policías o actuando de mutuo acuerdo, cualquiera ganaba.

 

 

 

Lo que sí extraña es que los líderes de la oposición se engañaran pensando que eran los nuevos libertadores de la patria. Calificarlos de infantiles es poco, y más todavía cuando habiéndoles entregado ese gigantesco apoyo popular lo hayan dilapidado en algo más de un año. No lograron nada que valiera la pena, jugaron en el terreno del enemigo donde éste los esperaba agazapado, nada se les concedió y nada conquistaron.

 

 

 

Hoy se disputan un pedazo de pellejo que es, por desgracia, lo que queda de la MUD. Y lo peor, tratan de anular cualquier vía diferente. Cualquier analista les hubiera aconsejado que la MUD fuera una presencia de unidad en función de objetivos tácticos y estratégicos mayores. Pero no es la unidad, y no lo será nunca. ¿Rodeado de pestilente líderes del pasado? ¿De quienes maltratan a sus esposas o se venden para dividir un partido?

 

 

 

En la MUD, si logra seguir con vida, puede tal vez nacer un espacio activo y heroico de apoyo ante el cual acudan quienes quieran acompañar el objetivo de derrotar al actual régimen corrupto rompiendo viejos conceptos. Nada más.

 

 Editorial de El Nacional

 

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