La libertad de expresión como un derecho universal que existe y tiene que ejercerse por encima de cualquier obstáculo, presión o voluntad autoritaria de un gobierno debe ser inculcado en el ciudadano desde los primeros años de vida, como una materia indispensable para el desarrollo integral del ser humano.
La sociedad entera tiene que asumir este compromiso aportando de varias formas y maneras la enseñanza del derecho al pensamiento libre. Desde El Nacional hemos abierto la puerta al Programa Integral de Lectura y Alfabetización Social, que lleva a cabo con la Dirección de Educación del Estado Miranda.
Es cierto que esto forma parte de nuestras obligaciones de responsabilidad social, pero también es un ejemplo de lo que debe hacer un medio de comunicación que se debe a sus lectores. Con ello motivamos el trabajo realizado por los alumnos de las escuelas que se entrenaron para la investigación y la difusión de las realidades más cercanas a la vida de las instituciones educativas.
¿Qué hicieron, en esta ocasión, los jóvenes de las escuelas mirandinas involucrados en el programa? Partiendo de las técnicas facilitadas por el periódico y estimulados por maestros preparados para el cometido, reflejaron la realidad que los rodea, el mundo aparentemente minúsculo del que forman parte, los detalles de la rutina en la que se forman desde la infancia.
Se trata de hechos que generalmente no recoge la gran prensa, pero que ahora, gracias a la creatividad de unos muchachos que no habían tenido la oportunidad de mostrarse como investigadores de su entorno, se descubren en admirables reportajes. La vejez de la abuela, los riesgos de las drogas, la aventura alrededor de una vieja planta eléctrica, los deportes modernos que animan a una pequeña población, los derechos y las obligaciones de una nueva generación que desea incorporarse a plenitud en la construcción de la república… son algunos de los temas que un puñado de adolescentes y niños registra en murales diagramados de manera atractiva, escritos con prosa limpia y clara para el conocimiento de su comunidad habitualmente arrinconada por sucesos a los que, en general, se ofrece mayor espacio.
El resultado es admirable: imágenes elocuentes, historias dignas de rescate, personajes que apenas se conocen en el interior de sus hogares, plumas prometedoras, partes del mapa que toman apropiado lugar en el espacio mayor de Venezuela, están ahora frente a los ojos de los habitantes de cada una de esas localidades que rara vez ocupan la atención más allá de los confines parroquiales.
El Nacional celebra a esos noveles autores que no han salido de la adolescencia, a esa tinta fresca y dinámica que pudo encontrar caminos en la I Jornada de Reportajes Yo Soy Reportero, que realizamos junto con los maestros de Miranda. Quien se pregunte por el futuro del país, encontrará respuestas positivas viendo lo que han escrito aquí y ahora.
Editorial de El Nacional